Revista Cine
Critiquita 461: The Shaolin cowboy nº 1 a 4, G. Darrow, Dark Horse 2013-2014
Publicado el 28 febrero 2017 por Lord_pengallanPUTA LOCURA. Y si fuese otra persona ahí dejaría el post. Para qué decir más?
Darrow es un dibujante que me flipa, normal porque es el mejor dibujante estadounidense vivo, no hay mérito en ello, y su última creación me gustó. Como fue un fracaso aquí, la edición se acabó saldando en un pack, normal porque el mercado español de Cómic está totalmente aburguesado así que no hay lugar para el disparate y lo alucinatorio, me he pillado su 2ª parte a ciegas (así que lo he hecho 2 veces, 1º lo pillé en libro porque era más fácil y barato de conseguir pero al llegarme vi que la edición es una mierda porque el cómic está repleto de splash pages, así que lo repillé en gloriosa grapa) así que he flipado aún más de lo que lo hubiera hecho si hubiese sabido que estaba comprando.No hay mucho que decir sobre esta 2ª parte del gran Shaolin Cowboy porque es una orgía. El cómic son 4 grapas especiales, 32 páginas, prácticamente mudas, y si quitamos las palabrotas lo que queda cabe en un twit, que narran tan solo 2 escenas, una de ellas muy breve, 4 páginas o así. Por tanto el artefacto es simple y lineal. No hay nada que contar porque es puramente pornográfico. La solitaria orgía del alucinante Darrow. El argumento es mínimo como lo es el de todo microrrelato. Es una excusa para desparramar. Estas 4 bonitas grapas detallan la lucha de Shaolin Cowboy con una horda zombis tan solo armado con su genial arma de asta en cuyos extremos lleva sendas sierras mecánicas.Así, las 4 grapas son casi exclusivamente acción gore. Una excusa que escogió Darrow para divertirse y sacar su característico humor negro y macabro. Y el resultado es un espectáculo tremendo; impresionante; impactante; sobrecogedor; increíble; abracadabrante. El dominio de la anatomía de Darrow es perfecto, así se puede permitir que su personaje sea rechoncho y vista ropa casual, nada de músculos y ropa ajustada que eso es lo más fácil que hay, y lo mismo su dominio de la perspectiva, que aquí es intimidante porque el fondo es el cielo así que no hay edificios ni horizonte que facilite las cosas, consigue la profundidad prácticamente solo con los escorzos y los tamaños. En cierto modo el cómic evoca a la Batalla de San Romano del gran Uccello en donde se tomaba como excusa un hecho bélico para celebrar el redescubrimiento de la perspectiva pintando escorzos por doquier (que casualmente son muy parecidos a los mejores del arte grecorromano, los del llamado mosaico de Issos que no fue descubierto hasta el siglo XIX). Pero lo que impacta más de la obra de Darrow no es su arte sino la increíble capacidad de trabajo de su autor. Su dibujo es archidetallado, ningún zombi, hablamos de un centenar por lo menos, es igual ni tiene la misma pose ni es abatido de la misma forma, y cuando abre plano su escenario no tiene que envidiar a ninguno de los más gloriosos de Giraud, al que sin duda cita. Por tanto este miniserie es puramente experimental pero en la dirección contraria a lo alternativo. En vez de experimentar dibujando con el culo y contando con todo detalle un trauma de la adolescencia, aquí Darrow lleva al academicismo lo más lejos posible mediante la parodia, nada de cuerpos olímpicos apolíneos: un oriental maduro y rechoncho y cientos de zombis decrépitos, reduce al mínimo al argumento y experimenta narrativamente logrando los planos secuencia que tanto gustaban a los directores de Cine europeos de los 50 y 60, y chocar al espectador al evitarle el mover el cuello para seguir la acción. En fin, este cómic es un total disparate donde Darrow a su modo sondea algunos de los límites del Cómic, si bien en realidad lo único que le interesa es humillarnos con su talento y capacidad de trabajo y dejarnos el culo torcido con su humor retorcido y absurdo siguiendo la senda del Moebius más surrealista.