Revista Moda
Muy probablemente, si me seguís en Instagram, habréis visto unas cuantas fotos de mi verano en Croacia. La mayoría de personas que viajan a este país, centran su experiencia en las islas, que fue la primera parte de nuestro viaje y la parte que concretamente os cuento en este post. En unos días, os hablaré de la zona de interior.
Viajamos sin alojamiento. Primer error. Lo leímos en varias guías, nos lo recomendaron amigos y nos equivocamos. Quizá otros meses del año, sea bueno hacerlo así, pero no en pleno agosto. En Croacia se lleva mucho lo de alquiler habitaciones en las casas. Casas de personas que se ofrecen in situ acercándose a los turistas que van con maletas a la llegada de los ferries y los autobuses. En agosto, la verdad es que no hay tanta disponibilidad, muchas casas están ya ocupadas y es algo arriesgado ir de isla en isla (o de pueblo en pueblo) así. No lo recomiendo. Además, en cuanto al dinero, no es significativamente más barato, sin mencionar el tiempo que pierdes…
Con 10 días puedes ver tranquilamente los sitios más importantes del país. En nuestro caso, seguimos la siguiente ruta en cuanto a islas y zona costera:
Dubrovnik – Islas Elephati – Mjlet – Kôrkula – Hvar – Split – Trogir y Primosten.
Croacia tiene color, sol, edificios y casas antiguas, pueblos pequeños de piedra, aguas cristalinas y rico pescado.
Me encantaron sus casas. Viejas, antiguas pero encantadoras. La ropa tendida por toda la ciudad, tiñendo los rincones de color. Los grandes jardines de la mayoría de las casas. El chiringuito en las rocas de Dubrovnik, descubierto al azar y comer en el restaurante Taj Mahal de la misma ciudad. Las inmensas villas en la mayoría de pueblos y ciudades. Encontrar el delicioso restaurante de Stari Grad con cuscús vegetariano (Jurin Podrum), un precioso pueblo teñido de Empordà y Lisboa. Nos alegró encontrar, en un país sin apenas arena en las playas, una que sí la tenía en la isla de Lopud. Me encantó el parque natural de Mjlet y sus lagos, una zona perfecta para recorrer en bicicleta y hacer un picnic para comer. La diminuta isla de Kôrkula, un lugar que sin quererlo, me recordó a Cadaqués con un precioso restaurante con vistas al mar y zona chill out, el Maksimilian Garden.
La bonita playa de Zavala en Hvar y la pequeña Venecia de Croacia, Vrboska.
No me gustó tanto no dar con ricos cafés. Ni las grandes pendientes y las miles de escaleras en todos los pueblos. Tampoco me gustaron las colas para comprar los billetes de los ferries ni los horarios de su puesta a la venta. Para esto, hay que mirarlo con antelación y tener clara y organizada la ruta en función de sus horarios y disponibilidades.
No me sorprendió dar con Hvar y los tópicos leídos previamente sobre esta pequeña joya (o Ibiza) del Adriático, aunque para buena música, por turístico que sea, Hula Hula, merece la pena, además de esa puesta de sol preciosa.
Un viaje de sol, playa y relax.
Fotos: Anna Alfaro