Seguramente correr esta carrera no haya sido la mejor elección después de terminar la Transvulcania hace tan solo dos semanas. Por ello parto sin una idea certera de como me encontraré para afrontar la edición 2015 de este Cross de los 3 Refugios.
Con esta premisa la idea es salir cómodo y según pasen los kilómetros ir viendo como afronto la carrera y hasta donde me exprimo.
A Navacerrada llego bastante pronto y todavía el fresco de la noche se deja sentir. No tardo en encontrarme con un buen número de caras conocidas según me acerco desde el parking a la zona de salida para recoger el dorsal ... al final parece que somos 4 gatos los que corremos por montaña en Madrid, aunque la realidad es bien distinta.
Rodeado de algunos de los galgos de mi club me dispongo .... todavía no se bien si a disfrutar o a sufrir ... eso lo veré más adelante, de momento a salir, y como siempre, ligeritos al menos en los primeros metros.
Una vez que dejamos la carretera, que tras unos pocos metros nos eleva hasta el parking del puerto de Navacerrada, comenzamos una subida exigente con mucha piedra y una pendiente muy digna que hace que el grupo de estire. Yo controlo pulsaciones y me voy manteniendo en un ritmo cómodo que me permita llegar entero hasta Bola del Mundo y hacer un balance de como me voy encontrando.
Desde Bola la bajada hasta Maliciosa es rápida, con el toque de técnica justo que me hace disfrutar sin arriesgar.
Pero la bajada aunque entretenida, es efímera y el terreno no tarda en picar de nuevo hacia arriba rumbo a la cima de la Maliciosa por tramo técnico con mucha piedra, que en general está bastante fija y hace que los apoyos sean bastante cómodos.
De momento voy bien, con sensaciones de no ir sobrado pero tampoco frito.
Desde Maliciosa comienza uno de los tramos claves de la carrera y posiblemente una de las bajadas más temidas del GTP. Mi intención aquí es clara: tomarmelo muy tranquilo y sin riesgos. El segmento más complicado de esta bajada es el inicial, con una longitud aproximada de 1 kilómetro salvamos un desnivel negativo de algo más de 300 metros por sendero muy pedregoso, con grava y roca suelta.
Tras esta primera parte encontramos un descansillo donde soltar un poco las piernas por una zona de ligeros sube y bajas que nos llevará hasta la segunda parte pronunciada de la bajada, algo menos técnica que la primera parte, lo que hace que sea mucho más llevadera según perdemos metros en el altímetro y nos adentramos en "Las Zetas" de la Pedriza para llegar más adelante hasta Canto Cochino.
Pocos kilómetros antes de llegar a Canto Cochino me he tomado el primer gel con intención de llegar con fuerzas a la larga subida que tendremos más adelante.
La bajada castiga y mucho por lo que no hay que llegar fundido a Canto Cochino, porque la "fiesta" gorda comienza en breve. La carrera se adentra en un largo segmento espectácular e imprescindible para todos los que hacemos trailrunning, senderismo, y en general nos gusta disfrutar de la montaña con el marco incomparable que nos ofrece la Sierra del Guadarrama con las Chorreras del Manzanares, la zona del puente de los Manchegos y la panorámica del valle bajo Bola del Mundo, todo ello por ese senderito que sube y sube entre abundante vegetación con algún pequeño descanso, con el grado de técnica justo para hacerlo muy disfrutón, más aún si llegas con fuerzas.
Este largo segmento me gusta tanto que poco a poco me voy animando y cogiendo un ritmo que me permite superar a un buen número de corredores, que o bien se están tomando la subida con más calma o ya van un poco castigados después de una primera parte de carrera exigente.
Pasan los kilómetros, y a pesar de tomarme otro gel, la poca chispa que tenía se va terminando, apagándose por completo según me acerco al último kilómetro previo a la ascensión a Bola del Mundo. A pesar de los ánimo de algún conocido que por allí se encuentra disfrutando de la carrera, las piernas han dicho basta y aunque no me encuentro con malas sensaciones las piernas han llegado a su fin. Toca sufrir. Junto a un compañero del club, que también va un poco tocado por los calambres, comparto algunos cientos de empinados metros. Le doy una pastilla de sales y el tío parece revivir cual ave fénix y no tarda en meterme un buen tiempo una vez que pasamos el nevero final que hace de antesala de la ansiada cima de la Bola del Muindo.
Comienza la bajada ... el pestoso cemento golpea duro en el primer segmento y se me hace realmente incómodo a estas alturas, afortunadamente no es un tramo excesivamente largo y no se tarda en retomar el lateral de las pistas de ski rumbo a Navacerrada y desde aquí un poco más de asfalto hasta llegar a la meta en un tiempo de 3 horas y 54 minutos.
Prueba muy exigente y muy técnica que por el kilómetraje puede parecer asequible viendo las distancias que se plantean hoy en día en las pruebas de montaña, pero que en realidad puede hacer pasarlas muy canutas a los que no estén muy acostumbrados a este tipo de terreno.