Revista Cultura y Ocio
Como sabéis, he pasado la semana por tierras castellanas.
El miércoles participé en un club de lectura en Almodovar del Campo, Ciudad Real, donde habían estado leyendo Nunca fuimos a Katmandú.
Fue una tarde muy agradable en la que un amplio grupo de lectoras (y un lector) me hicieron un montón de preguntas y me transmitieron sus impresiones sobre mi novela.
Gracias al buen hacer de la responsable del Centro Cultural, Mª Dolores, por allí han pasado autores de la talla de Eduardo Mendoza, Lorenzo Silva o María Dueñas.
Mi presencia fue propiciada, en realidad, por mi amiga Josefina, a la que me unen diez años de amistad virtual que por fin pasaron al plano real, pese a que un accidente el día anterior estuvo a punto de dar al traste con todo, pero ella, aunque contusionada y dolorida, aguantó como una jabata.
¡Un besazo, Josefina!
De regreso a Madrid, me esperaba la Feria del Libro.
La mala suerte quiso que el viernes 27, primer día de feria y mi turno de firmas, cayeran chuzos de punta sobre la capital; lo que no obligó a suspender el acto pero sí nos aguó la fiesta, ya que el tiempo no invitaba prescisamente a pasear, y quedando quince días por delante, quien más quien menos, optó por dejarlo para otro día, incluidos algunos de mis amigos (no se lo reprocho).
Sin embargo, sí aparecieron por allí un par de blogueros: Uno y Mannelig, a quienes agradezco el gesto.
Total, que mi primer año de firmas no ha sido muy afortunado: San Jordi cayó en plena Semana Santa y la Feria del Libro de Madrid me recibió con tormentas.
En fin. Habrá otras oportunidades más afortunadas, espero. No siempre puede salir todo bien.
Feliz semana.