Crónica de una muerte anunciada – @PoetaImpostor

He matado a mis otros yo. A mis vidas anteriores. A todas. He matado a cada una de ellas de formas tan diferentes que cualquier asesino amateur me pediría tips. He cambiado de casa, de ciudad y de luces. He llamado hogar a refugios temporales y cuestionado tanto que terminé por apilar en el diván todo lo que me impidió crecer en algún momento de todas mis vidas anteriores.
Algunas han sido pensadas en mi propio bien, y otras, (la mayoría) por arrogancia. Vivimos así. Es la vida que hemos hecho, ¿cierto?

El amor en tiempos de likes,
de no sentirlo,
de no vivir los días que tenemos siendo nosotros,
sino imitando a otros.

Escribo mientras planeo mi siguiente movida inconforme con mi guionista de vida. He pasado por cosas que conducen a mi corazón a tomar la triste decisión de encerrarme otra vez. Por supuesto, esto ha sido decidido después de varias noches de largos insomnios, sillas vacías, decepciones y algunos otros vicios de los que prefiero no entrar en detalle.

He colgado los guantes.

La vida de un escritor es triste. Sentir demasiado te obliga a huir. Huir te impide establecer cimientos. Sin cimientos uno es incapaz de tener algo sólido. Incluso me atrevo a decir que mis relaciones más serias permanecen escritas a lápiz en algunos cuadernos viejos. Mis relatos cortos, mis cuentos, el montón de hojas apiladas en el escritorio con personajes basados en mí. Tristes personajes a los que aún no soy capaz de dar forma.
Que sé muy bien nadie verá pronto en la sección de nuevos de una librería. Que nadie va a tener la curiosidad por leer cuál es el contexto detrás de esa portada en acuarela de dos amantes que por fin se encuentran, de dos personas que han nacido en lugares diferentes, y sin embargo tienen el latido a la misma frecuencia.

Mientras la lluvia sorprende Madrid
y los sentimientos se vuelven finitos
provocando que más personas compartan un paraguas.
Que más personas se amen entre sí.

Siempre serán los lazos más fuertes que haya creado, ahí soy capaz de tener una relación sin estropear demasiado, sin huir, sin bajar los brazos y querer rendirme cuando las cosas van mal, porque uno es así, ¿cierto? Nos resulta más fácil llevar relaciones de una sola noche a reunir el coraje de quedarnos, anidar, de comprometernos y ser planeadores de un solo cielo.

En cambio vamos picando de aquí y de allá,
sin intenciones de limpiar
todo lo que queda después de un polvo.

En estas crónicas de una muerte anunciada quiero dejar claro que no estoy de acuerdo con el guión que me ha tocado seguir. No es que pida ser el hombre más poderoso del mundo. Me basta con tener poder sobre mis decisiones; y elegir ser feliz sin que alguien o algo me tire de la camisa cuando finalmente he dado un paso.

No estar solo
y con miedo que alguien más
me pueda reemplazar 
de la forma en que lo han hecho antes. 

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