Iván Ferreiro
“Sabemos que nuestras canciones son tristes. En realidad las componemos con la intencion de que sean bailadas en todo el mundo, pero…”. Así llegaron Iván y Amaro Ferreiro al American Beer de León la noche del pasado jueves.
Ya van casi 8 años desde que se publicase aquel Canciones para el tiempo y la distancia, que marcaría lo que fue el inicio en solitario de uno de los más brillantes cantautores del siglo XXI. Los hermanos Ferreiro tenían, una hora antes de la entrada del viernes, la intencion de marcharse pronto, y así nos lo hicieron saber como saludo de buenas noches. Una de las cosas buenas de Iván es que es capaza de reunir a un público más indie, con jovenes adolescentes alocadas por sus colaboraciones con Leiva, y a población adulta con la necesidad de desconectar tras un largo día de trabajo. Esto, unido a lo acogedor del local y el frío de puertas para afuera, consiguió crear un clima de complicidad entre todos dificil de imaginar.
Muestra de ello, Iván , pese a los resoplidos de Amaro, se mostró todo el concierto muy hablador. “Vamos a ir de menos a más, asique paciencia”. Comenzaron ambos sobre el escenario, con Me toca tirar, Paraísos perdidos y Jet lag, que dieron paso a uno de los grandes momentos de la noche. “Llegamos a la zona sucia”, decía Iván. Una composición de tres temas que calificó magnificamente como social, representada por Extrema probreza; sentimental (Ciudadano A, cobrando en B, según él, y que ha sido versionada por Noni Meyers y Anni B Sweet entre otros) e infantil, a cargo Fahrenheit 451.
Como prometió, la intensidad del concierto subía poco a poco. Y las voces del los allí atónitos espectadores, lo hacían con ella. NYC, Canciones para el tiempo y la distancia, Mi furia paranoica y Toda la verdad eran el presaca creada para hacernos ver lo que se avecinaba. Rocco Sigfredi y El equilibrio es imposible, en la que echamos en falta a Santiago Balmes, llegaron como últimas piezas antes del necesario descanso que se tomó Iván para rellenar su copa de vino. Sin apenas respiro, regresó, esta vez sin la protección de su hermano, y a solas con su teclado. Comenzó aquí una oleada con los temas más clásicos, tanto de su etapa en Los Piratas como en solitario. Inerte, “M”, 1999, versionando a Love of Lesbian, Años 80 y Promesas que no valen nada formaron parte de la media hora que, al igual que en conciertos anteriores, Iván nos delitó en solitario.
Otro momento de reposición, y Amaro de nuevo en escena. Este vez, con el homenaje a El último de la fila y a Maga, con Insurrección y Diecinueve respectivamente. Entre ambos, un guiño a Joe Crepúsculo con La cancion de tu vida, y temas como El viaje de Chihiro, Días azules y Piensa en frío. Para continuar con su peculiar monólogo, cargado de recados políticos durante todo el espectáculo, intento hacer que la crisis dejará de preocuparnos por un momento, y empezara a hacerlo el hecho de que no volverían a tocar Turnedo. Pero como gran final, que todos nos merecíamos, Turnedo vino, y el resto, nos fuimos.
Ruta 42
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