Revista Salud y Bienestar
La doctora Jomeini estaba en la puerta del congreso a las ocho y media de la mañana. Nos vimos, nos reconocimos y entonces ocurrió algo raro porque nos dimos cuenta de que Emilienko llevaba comentando las aventuras de la doctora Jomeini durante dos años y que la doctora Jomeini había estado en los momentos felices y tristes de la vida de Emilienko durante el mismo tiempo. Pero aquello no quería decir que Emilio conociera a Ana, ni que Ana conociera a Emilio. Éramos dos extraños. Los modernos dirían que en ese momento nos estábamos desvirtualizando; la desvirtualización fue una sensación compleja.
Más tarde, yo no atendía del todo a lo que hablaban en las mesas del congreso; estaba entretenido en tuitear todo lo que estaba ocurriendo allí a tiempo real. De repente escuché: "...muy buena pregunta, pero en esta sala hay un tipo llamado Emilienko que podría responderte a eso mucho mejor de lo que lo haría yo, ¿por qué no sube y nos cuenta su experiencia?" Me puse blanco. No porque tenga miedo escénico, que está más que olvidado, sino porque cuando me hicieron subir al escenario y estaba en el atril ya era demasiado tarde para preguntar cuál era esa pregunta que debía responder. Así que me puse a contar todo lo de mi proyecto eORL sin saber si era eso de lo que querían que hablara o no.
En mi lista de objetivos para el congreso estaba preguntarle a Vicente Baos si él creía que escribir en un blog de forma libre y sin censuras podía acarrear consecuencias y enemigos no deseados de los que pudiera uno arrepentirse en el futuro. Me encontré a Vicente mientras subíamos unas escaleras y, sinceramente, creía que iba a pasar de mi pregunta para aprovechar el escaso tiempo del congreso hablando con la gente realmente interesante de allí. Me sorprendió gratamente comprobar que Vicente Baos es un tipo muy majo y cercano y que no sólo respondió mi pregunta, sino que la discutimos un buen rato.
El final del congreso, como le dije a Marta Carmona más tarde, me dejó un sabor de boca amargo. El motivo fue una conferencia acerca de la imagen de marca que ofreces en tu blog que, tanto a Marta como a mí, nos dejó pensativos. No sé, quizás esto de escribir en Internet lo que piensas para que lo lea cualquiera no sea el juguete que creía que era cuando comencé a escribir hace tres años. En mi blog, en este blog, ofrezco una imagen de mí. Pero la imagen hay que cuidarla en este mundo de hoy, donde lo es todo. Así, desde el lunes me estoy preguntando ¿qué piensa la gente que me lee, esa gente que me conoce gracias a este portal, pero que yo ni siquiera sé que existe? ¿Creerán que soy un buen tipo o por el contrario opinarán que me porto como un loco, un radical o un ingenuo? ¡Yo quiero seguir escribiendo lo que me da la gana, sin tener que preocuparme por todo esto!
Pero es que da mucho que pensar que estés haciendo pipí en el cuarto de baño de un congreso y que llegue alguien por detrás a quien no has visto jamás y que te pregunte por cómo les va a las extranjeras con las que compartes piso.
Foto: A las ocho de la tarde en las escaleras del congreso, muy pensativo. No quería que aquello acabara; fui el último en irme de allí.