Mesié de Condemore es un canto a la previsibilidad. Lejos de aventuras en las que zambullirse, él se encuentra a gusto en las someras aguas de lo conocido. El cagarrutero, como se diría en algunos lugares de Castilla la Mancha. Mesié de Condemore es, por tanto, un valor fijo. Una apuesta segura. Lo conocido, si es bueno, no deja de serlo por esta causa. El rey pasmado sigue dejando pasmados a los lectores pasados, presentes y futuros que se inmiscuyen en las intrigas palaciegas, en los secretos que se suponen poco desvelados cuando a la carne atañen en la época de Felipe IV. Y si lo cuenta un tal Torrente Ballester, mejor que mejor.