El pasado fin de semana del 25 al 27 de mayo tuvo lugar un taller de Bioenergetica y Respiración Catártica en el Cortijo La Tenada sito en el Valle del Hornillo, Cabo de Gata. (Nijar-Almería).
En ella nos encontramos personas con la inquietud de saber más acerca de uno mismo y mejorar nuestra salud, sobre todo en clave de emociones y psique. El poder compartir nuestra intimidad , a priori, no es tarea fácil, ya que la todos llevamos nuestro escudo protector que nos protege del miedo, de la vergüenza, del rechazo… En definitiva de sentir dolor. Allí nos juntamos personas de distinta índole y edad, cada cual con su saco medio lleno o medio vacío, más transparente o más opaco… Estar allí ya era un signo de que algo en nosotros no está en equilibrio y valía la pena intentar acercarse a la comprensión de ese por qué.
Gracias a los ejercicios bioenergéticos y a la contundente sesión de Respiración Catártica (Gracias Frost por ayudarnos con set musical, sin ti hubiese sido un poco más difícil) pudimos agrietar ese escudo, un poco unos y bastante otros, pero siempre respetando que cada uno tiene su forma particular de enfrentarse al mundo y que solo uno puede darse cuenta de por qué está poniendo ese escudo que aunque un día le protegió del dolor, hoy no le deja ver que se está perdiendo una vida más plena e interesante. Los trabajos personales a veces tienen un efecto cadena, y una vez más pudo comprobarse como la vivencia de uno resonaba en el interior de otro para facilitarle su proceso. Al fin y al cabo, no somos tan distintos.
También la convivencia en un lugar como el Cortijo La Tenada hizo las cosas más fáciles. Un espacio rodeado de naturaleza salvaje y silencio como es el Cabo de Gata invitaba a detenerse en su paisaje para después volver la vista hacia el interior, un lugar que a menudo está lejos de esa armonía y calma que con tanto ahínco buscamos fuera de nosotros mismos. Siempre ayuda mantener al grupo unido durante los días del taller, comer juntos, disfrutar de un magnífico entorno y si a eso le sumamos la compañía de los niños, esos seres que rebosan de alegría y ganas de vivir, es un aliciente y espejo para buscar al niño que todavía tenemos dentro: en su autenticidad está la oportunidad de volver a ver la vida con energías renovadas, tras mirar al monstruo de debajo de la cama y sacarle de paseo. Lo que tenga que venir, ya vendrá.
Gracias a Leticia, Simón, Amparo, Alicía, Luz, Umberto, Aurora, Azahara, Nuno y Leo.