Llevaba ya tiempo queriendo ir a la exposición y, como quedaba poco para que echara el cierre, decidí ir sin falta. En principio, había quedado con unos amigos, pero acabé yendo a mi aire. La entrada costaba 9€, pero creo que, dado el tiempo que pasé dentro y todo lo que vi, merece la pena.
La exposición está organizada por secciones temáticas, y tiene algo que valoro mucho: un cartel explicativo no solo de cada sala, sino también de cada obra. Y no solo con detalles más técnicos, sino también poniéndola en contexto. Cambia mucho la cosa cuando sabes exactamente qué estás viendo y el significado real de la escena, especialmente con códigos culturales distintos al nuestro, como es el japonés.
Es también una exposición muy completa, que va desde el siglo XVII al XX y toma todo tipo de técnicas (grabado, kakemono...) y temáticas (mujeres, escenas eróticas, obras de teatro, historia, samurais, paisaje, dioses...).
Además de las obras propiamente dichas, también hay objetos y vestimentas, armaduras samurai... y hay música ambiental especialmente elegida para cada zona.
En definitiva, me alegro mucho de no haberme perdido esta maravillosa exposición, si no has ido y estás en Madrid, ¡todavía estás a tiempo!