Nápoles, esta ciudad que tanto me está sorprendiendo y que tanto me está apasionando, me dió la oportunidad. Amaneció un 5 de Febrero con una temperatura estupenda pero con el cielo totalmente encapotado, amenazando con llover o con ventear "al improviso".
Me desperté a las 7 de la mañana, tomé un buen desayuno y me dirigí al lugar de salida: la Mostra de Oltremare en el distrito de Fuorigrotta. El destino quiso que tuviera dorsal para correr este evento, y no pensaba desperdiciar la oportunidad. A las 8:30 se dió el pistoletazo de salida.
Más de 4.000 corredores echaron a correr por las calles del distrito en dirección al Lungomare (el paseo marítimo de Nápoles). El recorrido era duro, para que engañaros, pero mayoritariamente llano. Pasamos por el túnel bajo el Parque de Virgiliano y recorrimos el paseo con un Mar Tirreno agitado que nos animaba con sus olas chocando contra las piedras.
El Castillo del Huevo nos saludó en el kilómetro 5, donde también se encontraba un amplio primer avituallamiento donde casi 20 voluntarios ofrecían agua a los corredores. Yo no paraba de disfrutar como un niño. Fue en este punto donde recordé enchufar el Strava. Además, cada pocos minutos me paraba a echar un sinfín de fotografías a los corredores y después retomaba el ritmo.
Foto de la cabeza de carrera, cedida por un amigo
La llegada (y subida) hasta Piazza del Plebiscito, impresionante. El volcán Vesubio a tu derecha y justo en el momento en el que dejas de verlo, aparece ante ti el Palacio Real de Carlos III a tu diestra y la Basílica de San Francisco de Paula a tu siniestra (muy parecida a la Plaza de San Pedro de Roma, pero en pequeña escala, por supuesto). Una estampa, bellísima.
A continuación giramos en dirección a otro de los grandes monumentos de Nápoles: el Maschio Angionino o Castillo Nuevo. Estaba totalmente empapado en sudor, pero me daba igual. Me paraba a echar fotos, metía un sprint, sonreía, corría y volvía a pararme a echar fotos.
El paso por el vial Corso Umberto impresionante. La organización de este evento merece un aplauso porque conseguir cortar el tráfico en Nápoles, de la forma en la que lo hicieron, merece elogiarlos. Además, la presencia de voluntarios durante todo el recorrido fue constante.
Al final de Corso Umberto, casi llegando a la estación de Garibaldi, giramos y retomamos nuestros pasos en dirección contraria. Una decisión más que acertada porque durante este tramo, los corredores se animan unos a otros, se saludan entre ellos, porque unos van de ida...y otros van de vuelta. Además, apenas llegábamos al kilómetro 10...aún hay fuerzas.
Tocaba la parte dura: subir todo el vial del Duomo al que se le suma el adoquinado. Pero os aseguro que no importa nada, que se pasa volando. Cuando pasas corriendo por delante de la Catedral del Duomo...te dan ganas de quedarte embelesado y dejar la carrera. Pero sigues.
Y al final de esta calle en subida, giras a la izquierda y te encuentras parte de la carretera cortada para los corredores y el sentido contrario lleno de coches. Los más curiosos asomados por las ventanillas, animando. Los niños pequeños mirándote alucinados, las bocinas resonando...
Llegamos entonces a una de mis zonas más transitadas de la ciudad: Piazza Museo, pasando justo por delante del Museo Nacional de Nápoles (de obligada visita si vienes a esta ciudad). Es entonces cuando empiezas a bajar en dirección a Vía Toledo. Pero antes...Piazza Dante:
Una cuesta abajo que sabe a Gloria, donde puedes relajar las piernas, disfrutar de la zona comercial de la ciudad y todo ello...para volver a disfrutar de la Piazza De Trieste y Trento, de la Piazza del Plebiscito y de nuevo el bendito Lungomare con el mar de fondo.
Llegados a este punto, el recorrido de vuelta era prácticamente el mismo, pero estando más cansados. Eso no me impidió seguir disfrutando como un enano de esta carrera. Hubo incluso algunos valientes que decidieron disfrazarse un poco para correr. Y yo...pues les fotografié:
Si os preguntáis por el ritmo al que iba...no lo supe hasta llegar al final del recorrido. Sabía que iba rápido porque cuando grababa con la GoPro, empezaba a adelantar a corredores y...parecía una bicicleta. Y eso que no estaba bebiendo isotónica. La emoción del momento.
Por último, quiero contaros la llegada. Esa mágica llegada por lo que la carrera merece prácticamente un 10. Entras por la parte de atrás de la Mostra de Oltremare, recorres todas sus zonas verdes y de pronto...te toca rodear una fuente de más de 300 metros de largo totalmente activada, escupiendo agua al cielo y dándote la bienvenida, con la música y la gente animando.
Entras en meta con tus pies pisando una alfombra azul, flanqueado a ambos lados por las banderas de todos los paises participantes y bajo un arco de meta muy profesional. Entras, sientes la gloria de haber terminado una nueva media maratón. Andas un poquito y algunos miembros del ejército te hacen entrega de una de las medallas más molonas que tengo:
En fin. Una de las mejores experiencias que he tenido jamás como corredor y, por supuesto, en Nápoles. La Media Maratón de esta ciudad promete y vale mucho la pena correrla, sobre todo por aquellos medio maratonistas que buscan correr en el extranjero. Es genial.
La organización prácticamente de 10. Los avituallamientos perfectos. El recorrido duro en determinados momentos pero totalmente asequible y prácticamente llano, repleto de lugares históricos y de paisajes increíbles. Me faltó un poco de público animando en las calles, pero es algo que acepto puesto que en Nápoles...no hay mucha cultura de running.
Y esta es mi historia. Otra media maratón más en mi vida, otro gran momentazo brindado por el privilegio de ser corredor y un pasito menos hacia la Maratón de Sevilla. Espero que os haya gustado la historia y que os animéis a correrla. Por último, os dejo con mi vídeo de carrera.