Revista Opinión

Crónica: «No comemos pasto»

Publicado el 17 febrero 2020 por Carlosgu82

Son las tres de la tarde. Los emprendedores ya están acomodando sus puestos en la feria Evoluciona, en Adrogué. Pero esta no es como cualquiera, es una vegana.

Raúl, de 78 años, es la primera vez que viene a una feria de este tipo. “Soy de la zona y ni sabía que existía”, dice, mientras se acomoda los anteojos. Junto a Raquel, su esposa, recorren la Plaza Cerretti, curiosos de lo que se van a encontrar. Panchos, sanguches, albóndigas, sushi, facturas, budines y más. “¿De qué son los calzones?”, le pregunta a Nahuel, un emprendedor. “Estos son de quesofu (imitación al queso, hecho de tofu), jamón vegano (de seitán) y aceitunas”, responde. Con cara de asombro, le pide dos para comer en el momento. Nunca imaginó algo así. Piensa en que él es de otra época, que cuando era joven no existía semejante “rebusque” con la comida, cuando alguien tiene los ideales de no comer animales.

A paso lento, ve que no hay solamente comida. Se detiene en un puesto de productos de higiene personal a mirar lo que hay. Jabones, champú y sales de baño. Escucha que una chica le pregunta a la vendedora si tiene pasta dental. Raúl interrumpe y pregunta por qué viene especialmente a buscar eso. “Porque casi todas las marcas testean en animales”, le responden. Pero Raúl nunca se había puesto a pensar en las cosas que usa todos los días. No sabía que el veganismo también se basaba en usar ciertos productos y otros no. Compra un jabón de coco, “para probar”, dice.

Sigue caminando y se da cuenta de que un grupo de personas esta en el pasto, arrodillado acomodando carteles. Otras, con volantes en la mano. “Violencia es comer animales”, “Hasta que la última jaula esté vacía” expresan. Tienen remeras todas iguales que las identifican. Son activistas de Voicot Zona Sur. Una de ellas, Camila, le da un folleto a Raúl. “Léanlo bien después”, expresa. Lo poco que lee en el momento, ve que dice algo sobre el Amazonas. ¿Qué tiene que ver eso con los animales?, pregunta. No sabía que gran parte del incendio fue provocado intencionalmente para la cría de ganado, destinado al consumo humano.

Hace rato que Raúl y su esposa probaron el calzón, y ahora quieren algo dulce. Ven un puestito colorido, con facturas, churros, donas y tortas. “No comemos pasto” dicen las remeras de los vendedores. Decidido por probar las medialunas rellenas, compra dos. “El sabor y el color es muy parecido al dulce de leche”, dice Raquel. Pero es dulce de avena. Mientras comen, escuchan a Érica, activista, que está dando una charla. “¿Por qué podemos ser tan amigos de un perro y no de un chancho o una vaca?”, reflexiona. Lo que justo viene al caso, porque la feria está llena de perros.

Las caras más sorprendidas se ven en los chicos y en los adultos mayores, como el caso de Raúl. Los últimos porque son de otra época, eso seguro. Aunque son la minoría. Los primeros, porque son curiosos, porque a no ser que convivan con personas veganas, no entienden de qué se trata este estilo de vida, no suelen tener a alguien que les explique.

Aunque el término “vegano” existe desde el 1944, todavía hay muchos malentendidos y un largo camino por recorrer. Y la mayoría presente en la feria, los jóvenes, entienden que son la generación que debe aportar su granito de arena al movimiento, desde su lugar. Y Raúl está contento porque le parece bien que los jóvenes expresen sus opiniones y se movilicen por sus intereses, “siempre que sea tranquilos”, dice. Pero que él está grande, que aunque ahora entiende mejor, no es su lucha. Que va a ir a la próxima feria porque le gustó, “porque todos acá son piolas, como dicen ustedes los jóvenes”.

ACLARACIONES:
-Esta es una crónica sobre una feria vegana que se realizó en una plaza de la localidad de Adrogué, provincia de Buenos Aires, Argentina.
-«Zona Sur» del Gran Buenos Aires, al SUR de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.


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