Foto: artedeportivo.com
Tras correr este pasado Domingo Tres Valles, no se podría decir que estamos hablando de una carrera que está celebrando su segunda edición, más bien todo lo contrario. Tras recorrer los 35 kilómetros en la Sierra de Francia y superar lo más de 2100 metros de desnivel positivos, comcluí con la sensación de encontarme ante una carrera asentada y madura, con participantes de lo más destacado en el ámbito del trail nacional, con una organización excelente y unios voluntarios de diez, con un pueblo, La Alberca, que en todo momento me dio la sensación de estar volcado con la prueba.La Alberca, ese pequeño pueblo cargado de historia, ese pequeño pueblo en la Sierra de Francia que ha sabido mantener su carácter rural impidiendo que el tiempo consumiera el aspecto tan tradiconal, es el punto perfecto para albergar la carrera, a la vez, que aprovechamos el viaje y pasamo un excelente fin de semana disfrutando de su gastronomía, parajes de gran valor y agradables paseos por calles de piedra que nos transportarán a otra época.
Desde la Plaza Mayor da comienzo la saldia en busca de la pista fácil que nos llevará en busca de la Peña de Francia. De inicio el ritmo es endiablado y tengo que cortarme un poco por no castigarme de más. Para mí, es imposible seguir ritmos tan vivos y sabiendo que luego lo pagaré, me relajo y veo como me va pasando gente.
Unos kilómetros más adelante el terreno se pone más interesante, con fuertes pendientes por cortafuegos y alguna zona de sendero. El viento sopla suave, sin molestar, aunque si con la sensación de fresco al llegar a la zona alta de la Peña de Francia.. Me subo los manguitos, paro a comer algo en el avituallamiento y comienzo una bajada larga y técnica en su parte inicial. Más adelante, poco a poco la senda se vuelve más sencilla y muy disfrutona con zonas rápidas que enlazan varias zetas en busca de la base del valle.
Continúo durante algunos kilómetros de sendero fácil con algún sube y baja sin mayor transcendencia. Hemos formado un grupito de tres corredores y nos vamos márcando un ritmo constante en busca de la siguiente subida de la jornada ... y menuda subida.
En la primera parte del tramo de subida (cortafuegos) aprovecho para beber tranquilo y tormarme un gel. La zona anterior no dió respiro y es ahora el momento perfecto para reponer un poco y tomarmelo con algo de calma, todavía queda mucho por delante.
Poco a poco voy cogendo el ritmo y voy adelantando corredores. Llagamos a un pequeño descansillo y delante de nosotros aparece una pared de piedra, de esas que miras de reojo buscando algún corredor y ver si se sube o no por ahí ... la respuesta es casi siempre la misma ... sí, se sube por ahí: #magnetotermia.
Piedras piedras y más piedras (para los que seais de Madrid muy similar a la subida a cabezas de hierro desde Cotos), aunque me encuentro bien y sigo a buen ritmo subiendo y ganando metros ayudándome con las manos en los salientes de roca que voy encontrando a mi paso.
Desde arriba es espectacular, realmente merece la pena parar un instante, respirar y disfrutar de un entorno privilegiado.
En busca del avituallamiento de Los Puertitos me lanzo por una bajada técnica, con piedra y vegetación baja que impide ver bien donde y como pisas. En el avituallamiento aprovecho para comer algo de fruta, beber y llenar un poco de agua los bidones. Entramos en una zona del valle donde la temperatura subirá notablemente y hay que hidratarse bien para no pargarlo más tarde en la subida final.
Desde Los Puertitos tenemos siete kilómetros muy técnicos hasta el siguiente avituallamiento situado en el Monasterio de las Batuecas. Aquí hay que agradecer la ayuda de los voluntarios, perfectamente ubicados en las zonas más complicadas donde te ayudaban a tensar las cuerdas o te indicaban el lugar correcto para pasar. Técnico pero realmente bonito y con una sensación de disfrutar, disfrutar y disfrutar entre bajadas con tierra sulta, piedras, pasos elevados, zonas de cuerda sobre piedra mojada, trepadas ... llegué perfecto de fuerzas y lo disfrute, en solitario a mi ritmo y sin abogios. Pero ojo, como llegues aquí tocado, se puede sufrir mucho y estos siete kilómetros se pueden hacer interminables.
En la zona del Monasterio hay bastante público animando, algo que siempre se agradece. Aquí está ubicado otro de los avituallamientos, paro a beber y me tomo otro gel. Se que la subida final es exigente, y aunque no queda mucho en kilómetros se que me llevará bastante tiempo.
La última subida es una sucesión de zetas con piedra suelta en una zona muy abierta desde la que se puede ver perfectamente el valle y las montañas que nos rodean. Es constante y la pendiente permite ir corriendo, las fuerzas son las que ya no acompañan, y aunque en general me encuentro bien, los kilómetros pesan y la piernas ya empiezan a notar la carga de todo el trabajo acumulado. No obstante trato de ser perseverante con un CACO que me permite ir cogiendo a algunos corredores que tenía por delante y dejarlos atrás.
Llego arriba, bebo y me lanzo hacia la bajada final. Son unos kilómetros que transcurre entre zonas de campo através y algún tramo de pista. Paso a otros dos corredores, otro me adelante con una potencia envidiable a estas alturas de carrera, y casi sin darme cuenta estoy en las calles de La Alberca, con el bullicio de la gente que anima los últimos metros de esta gran carrera.
Al final 4 horas y 39 minutos, posción 46 de la general y 24 de mi categoría, en una carrera con mucho nivel que me ha dejado un gran sabor de boca y las ganas de participar en las próximas ediciones.