Kenneth Nnebue era un modesto vendedor de productos electrónicos en la ciudad de Lagos, Nigeria. Transcurría un momento en el que al otro lado del mundo los avances tecnológicos de los años 90 amenazaban con dejar obsoleto un importante stock de productos electrónicos al que los países asiáticos ansiaban dar salida. Esto eran buenas noticias para los comercios como el de Nnebue, que verían a buen precio aumentar sus existencias. Pero por alguna razón, los VHS en blanco no se vendían tan bien como cabría esperar, por lo que en un alarde de creatividad este vendedor pensó que quizá grabando en ellos películas ganarían valor y podría venderlos mejor. Tras escribir un guion para ello, puso su cámara a punto y convenció a un grupo de amigos a los que ilusionó con su idea. Era el año 1992 y sin saberlo del todo, Kenneth Nnebue puso la semilla de la que sería la película inaugural de Nollywood: Living in Bondage.
Living in Bondage, la ópera prima de NollywoodÉsta es ya un clásico del cine nigeriano y con ella se iniciaba un estilo de contar historias diferente y enteramente nigeriano. Dirigida por Chris Obi Rapu, compañero de Kenneth, narra la historia de un hombre que se une a un culto secreto y asesina a su mujer como forma de sacrificio. La trama está rodeada de misticismo, fantasmas y melodrama. Nnebue lo logró –se vendieron más de 750.000 copias de Living in Bondage–, pero no sólo eso, con su película demarcó una ruta nueva para el cine africano. Hasta entonces las películas con éxito de este continente eran producciones apoyadas y financiadas desde el exterior en las que se contaban historias de denuncia social con impresionantes planos artísticos y una excelente fotografía. Viajaban para ser admiradas en las taquillas de cines alternativos europeos donde eran aplaudidas como voz de la subalternidad. Pocas veces eran vistas y disfrutadas por la población mayoritaria africana, que ahora con Nollywood podía acceder en los videoclubs a producciones con enrevesadas tramas en las que, aunque se reflejaban las disparidades sociales, no era éste su propósito último, y contaban historias que enganchaban al espectador desde el minuto uno.
¿Qué es Nollywood?
El cine no se reduce al relato que se cuenta en las dos horas que dura una película. Alrededor de la industria cinematográfica se despliegan a su vez muchas historias a ambos lados de la pantalla que marcan, a la vez que desvelan, muchas dinámicas sociales que merecen una reflexión. Hollywood es quizá la industria cinematográfica en la que más dinero se invierte y la que más abarca territorialmente, pero Bollywood y Nollywood la han rebasado ya en número de películas, logrando penetrar en sus respectivas sociedades e incluso empezando a expandirse ya a otras. Pero hay más, la forma de entender el cine, de verlo, de compartirlo y de trabajar en él son diferentes. Si Hollywood tendía a homogeneizar la forma de disfrutarlo con un efecto globalizador, la India y Nigeria vienen a plantear una reinvención de este arte amoldándolo a los gustos e intereses de la población local a la que en un primer momento están dirigidas.
Vayamos primero a uno de los lados de la pantalla. En Nigeria poco se parece la producción de películas a la de cualquier otro país. De entrada se parte ya de un presupuesto reducidísimo, que suele provenir del bolsillo del valiente que la produce, y se graba además en un máximo de dos semanas. Una vez terminada no se llevará a la gran pantalla: se graban unos cuantos miles de VHS que serán vendidos a videoclubs donde se alquilarán a clientes. Poco tiempo después, todos los vídeos habrán sido pirateados y seguirán su curso en el mercado negro, dejando de dar dinero a los cineastas. Evidentemente no es una inversión con mucho retorno, la velocidad y dinamismo obligan a todos aquellos que trabajan en Nollywood a vivir en mayor o menor medida al día, siempre en busca de nuevos proyectos.
Puede advertirse que las condiciones bajo las que se hacen las películas no son tampoco las idóneas. Aunque se utilizan cámaras digitales, éstas son de 35 mm, frente a la creciente limpieza en la calidad de la imagen tanto en Bollywood como en Hollywood. Lo mismo ocurre con los efectos especiales, más cercanos a lo que frecuentemente se llama “Serie B”. De hecho, son contadas las películas en las que se estrella un coche en una persecución o se destruye mobiliario. Los decorados son rudimentarios y se montan en pisos cedidos por horas a los cineastas, por lo que tampoco pueden ser demasiado transformados para la ocasión.
A pesar de estas dificultades, las películas suelen tener lugar en interiores, ya que la falta de recursos de partida dificulta que puedan cerrar una calle por horas o pagar a figurantes para las escenas de exteriores, estos últimos suelen ser voluntarios. Otra razón para rodar en interiores es que es Lagos, la ciudad donde tienen lugar la mayor parte de los rodajes, no es precisamente un emplazamiento conocido por su seguridad, por lo que trabajar muchas horas con equipo técnico en la calle supone un riesgo importante a evitar. Frecuentemente las escenas en la calle se graban sólo una vez, lo que también afecta al resultado general.
Los “estudios” de cine en Nollywood no son tan majestuosos como sus pares estadounidense. Tampoco lo necesitan. Fuente: RTEn suma, como señalan los trabajadores de la industria del cine en Nigeria las dos características fundamentales de Nollywood son su celeridad y su creatividad: los cineastas deben hacer frente al bajo presupuesto y a la inagotable oferta de películas.
Al otro lado de la pantalla también se vive de forma diferente el cine. Ni estas películas están hechas para la gran pantalla, ni la mayor parte de la población tiene por costumbre ir al cine. Esta es una actividad peligrosa y más relacionada con la élite, que puede permitirse seguridad privada y que suele ir a ver películas estadounidenses, indias y francesas, lo que no quiere decir que en otros contextos vean también películas de Nollywood.
El lugar donde más se ven estas producciones es en el ámbito doméstico, en el salón de las pobladas casas nigerianas donde varias familias se reúnen y, aunque siguen la trama con atención, las películas pueden verse interrumpidas por quehaceres o conversaciones entre los espectadores. También se ponen películas en bares, tiendas, locutorios y en pequeños clubs de cine; la enorme cantidad de producciones hace que la rutina de un comerciante pueda estar casi por entera acompañada por películas nollywoodienses resonando en su televisión.
La trama tampoco obedece a los cánones a los que estamos acostumbrados: la superstición y la brujería suelen estar presentes en la historias entremezcladas con el realismo. Estéticamente y debido a las tramas, hay quien las compara con las telenovelas latinoamericanas y señala de la cercanía de estas películas a la televisión más que a la gran pantalla. Aunque esta asociación tiene en parte su razón de ser, una diferencia crucial frente a las telenovelas es que no se tiende tanto a la idealización de los personajes, la falta de medios y las historias que se relatan son muy cercanas a la vida diaria de los nigerianos.
Aunque en su mayoría buscan contar una historia sin ambicionar convertirse en un mecanismo de denuncia social, la falta de presupuesto hace que haya poco espacio para el adulteración y la idealización, por lo que en las películas se terminan reflejando escenarios y personajes reales. Eso sí, aunque las tramas presentan personajes sórdidos en situaciones de dificultad, suelen terminar en final feliz en forma de moraleja –se castiga a los ‘malos’ y se premia a los ‘buenos’–. Aquí cabe otra pequeña reflexión: frecuentemente aparecen mujeres que se ‘salen’ del tradicional papel de esposas y cuidadoras y son representadas como femmes fatales y brujas. En línea con la moralina de estas historias, terminan siendo castigadas por sus fechorías.
Nollywood como espejo cultural
Los inicios de Nollywood coinciden con una periodo convulso de golpes de estado en los que se alternan dictaduras, cada una más represiva que la anterior, por lo que la censura de contenidos era el día a día y la libertad de expresión casi un lujo. Ejemplo de ello es que el año 1995 Nigeria fue suspendida de la Commonwealth debido a las violaciones de derechos humanos de su gobierno. Las películas que venían del exterior, además de pasar filtros de censura, entraban con dificultades en un estado cada vez más aislado internacionalmente. Esto derivó en un crecimiento de la producción interna de películas.
Para ser el primer productor mundial de películas sólo hacen falta ganas. Fuente: RT‘Living in Bondage’ es el inicio de Nollywood como tal, pero cabe también preguntarse por el origen cultural de esta industria cinematográfica con rasgos tan propios. Hay quien establece una relación entre esta industria y el teatro ambulante de los Yoruba, un teatro muy popular entre los años 30′ y 70′ que proviene de la tradición teatral Aláàrìnjó, que representaba breves obras satíricas en las que actores enmascarados representaban personajes que se volvían a repetir de unas obras a otras, lo que recuerda en parte al teatro clásico italiano, eso sí, con música, percusión y unas interpretaciones más físicas. Aunque pueden encontrarse relaciones entre este teatro y la industria cinematográfica, lo cierto es que Nollywood no puede acotarse a una sola etnia, ni en lo relativo a la producción de películas, ni en cuanto a quién las ve.
A la brecha del norte musulmán y el sur cristiano se le suma la mezcla étnica en Nigeria. Fuente: IkuskaNigeria es un país muy rico culturalmente, compuesto por más de 250 grupos étnicos con sus dialectos correspondientes, es también un estado donde conviven, frecuentemente enfrentadas, diferentes religiones. El Islam es la religión predominante, especialmente en el norte, sumando alrededor del 50% de la población. El Cristianismo es la segunda con cerca de un 40%, pero otras religiones como el Animismo tienen también una fuerza considerable a la vez que un espacio, en forma de supersticiones, en los otros credos. Junto con las diferencias raciales y religiosas, es inevitable encontrar profundas divisiones sociales entre territorios. El norte es significativamente más pobre, y la región más rica es la del delta del Níger, donde están las principales reservas de petróleo del país. Las brechas sociales persisten también dentro de los territorios y la ausencia de un estado sólido y fuerte hace que a menudo la población viva ‘al día’: ni la seguridad, ni la educación ni la sanidad quedan amparados bajo su paraguas. Las disparidades sociales y la inseguridad están muy presentes en los largometrajes. Para dar prueba de su diversidad, es interesante saber que Lagos es la ciudad más multilingüe del mundo.
Parte del triunfo de Nollywood deviene de su capacidad de reflejar contextos y situaciones con los que la población se siente identificada y reflejada. Así, dependiendo del origen de la película, de la región con mayoría yoruba, igbo, hausa u otras, encontramos que se producen películas diferentes que responden a las inquietudes y preferencias de cada región. Por poner un ejemplo, los hausa en el norte son musulmanes y las películas hechas por y dirigidas a esta etnia suelen ser películas con números musicales estilo Bollywood en los que se narran historias de amor, eso sí, sin relaciones explícitas, mientras que con los yoruba triunfan las películas con más acción. Se suele rodar en una combinación de idiomas pero hay películas rodadas en un solo idioma regional. No obstante, la mayor parte de películas se ruedan en el multiétnico Lagos, centro económico del país, por lo que, aunque se mezclan idiomas, el central suele ser el inglés. Muchos productores se decantan por el inglés para abarcar más mercado. Y es que no olvidemos que la cifra de habituales a las películas nollywoodienses no deja de aumentar: Ghana, Sierra Leona, Camerún e incluso la diáspora nigeriana que vive otros continentes. Es tal la mezcla lingüística que se ha tenido que inventar el término Engligbo, que hace referencia al idioma que frecuentemente se utiliza en los largometrajes y que mezcla inglés con igbo. Parte del éxito de esta industria se debe a la creciente demanda de producción artística local, contada para africanos por africanos y en lenguas africanas.
De Nigeria al mundo
Atendiendo a datos macroeconómicos, Nigeria podría considerarse una potencia emergente. Demográficamente es uno de los 10 países más poblados del mundo, (181 millones de habitantes), con una población primordialmente joven. A nivel de recursos no puede decirse que esté mal dotado: petróleo, minerales, madera, hierro… Su producto interior bruto ha superado ya al del contendiente regional Sudáfrica, aunque no en PIB per cápita. Sin embargo, su estabilidad pende de un hilo, tanto en lo económico como en lo político y social. Podría empezarse con la dependencia de las importaciones de petróleo refinado, que ya es una pérdida en sí, y que se junta además con el vertiginoso paro juvenil. La ausencia de exportaciones de productos con valor agregado y la dependencia de productos primarios lo convierten en un estado rentista que no logra poner en marcha la importante fuerza de trabajo que habita en su seno. Como en otros países africanos, la corrupción institucional frena la evolución hacia un estado sólido proveedor de servicios, y el sector político peca de clientelista y sobremilitarizado.
La corrupción y el paro devienen pilares para la formación de un gigantesco mercado negro, y a nivel social persisten luchas étnicas y religiosas que dificultan la convivencia. Por si fuera poco, el grupo terrorista Boko Haram y la piratería ahondan en la inseguridad de este país que se ve además profundamente afectado por la contaminación debido a los métodos de extracción, lícitos e ilícitos, de su crudo.
Si la estabilidad es una necesidad para la conversión en potencia regional, Nigeria está lejos de serlo, pero Nollywood es un importante instrumento de soft power que se exporta a países de alrededor como Ghana, Camerún o Níger. Si sigue creciendo como industria, esto significa más salidas profesionales para los jóvenes que de otra forma estarían desempleados y en una situación de vulnerabilidad frente a las prácticas de captación de mafias y grupos terroristas.
Más allá de las características propias de la industria, Nollywood empieza a jugar un papel importante como instrumento cultural geopolítico en la región. De puertas adentro es además una salida profesional creativa y reputada que simboliza una válvula de escape frente a la falta de perspectivas de los jóvenes. No deja de ser sorprendente el crecimiento de esta industria que no recibe ni financiación estatal ni ayuda exterior, como es el caso de muchas producciones francófonas de los países fronterizos. El milagroso aprovechamiento de recursos en el cine contrasta con el derroche de estos en otros sectores.
Como diría Jonathan Haynes, no se dejen engañar por su nombre, no se trata de una copia de Hollywood, sino de una muestra de la multipolarización de la industria de entretenimiento. Nollywood es un producto sui generis que nace de unas limitaciones y bebe de la subalternidad sin procurar hacer de ésta su bandera. Su verdadera moraleja es que se puede hacer mucho con nada, como decía una joven productora ejecutiva, es un fenómeno que va de ningún lugar a alguna parte –from nowhere to somewhere–.
Recomendamos: “My Favourite Nollywood Movie“, Russia Today