Revista Opinión

Crónicas del verano desde Kabila

Publicado el 31 julio 2010 por Rgalmazan @RGAlmazan

Hasta hace una semana, el mes de julio ha transcurrido ajetreado –mis queridos nietos se han encargado de ello—, pero sin nada especial que relatar. Entre calores, mar, piscina infantil y bebidas de todo tipo hemos resistido el sitio.

Mis dos nietas mayores, Paola y Lucía se fueron hace veinte días con su madre, Aída. Y quedaron los dos pequeños Fran y Maia.

Hoy, hace ya una semana que Alba, mi hija pequeña, vino y se llevó a Fran de vuelta para Rivas. Permanece aquí mi nieta Maia, y su madre que ya ha tomado vacaciones.

Verdaderamente ha sido una gozada pero un constante, y a veces exagerado, ajetreo. Los dos niños pequeños dan buenos momentos pero también trabajo y follón. Menos mal que Lola lo lleva mejor y se ha encargado de que todo funcionara.

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Maia comiendo macarrones como una mujer

 

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Fran comiendo macarrones como podía

 

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Fran, a quien parece que no le gusta el helado de chocolate

 

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Y ahora se han metido en el coche y quieren conducir

 

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Hay que verlos bailar. Son muñecos incansables

 

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Un buen baño antes de dormir

 

Pero no quiero exagerar, ha habido momentos de paz y sosiego, aunque estuvieran los niños. Ésta es la prueba:

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Maia y Fran durmiendo la siesta

Y ahora les voy a hablar del otro personaje de esta casa-tebeo llamada Kabila. Mi musa, mi gata Misha, ayer apareció cojeando. No apoyaba la pata delantera izquierda, que tenía muy hinchada.

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Misha acomodada en una mesa, descansado su pata herida

Así es que esta mañana la hemos llevado al veterinario, donde la han visto que tenía clavado algo que le han sacado y le han limpiado la herida. Han tenido que ponerla cuatro inyecciones. Una para dormirla, otra para el dolor, un antibiótico y otra para despertarla. Tendrá que estar tomando medicinas cinco días y sin salir, seguro que lo llevará mal, pues aquí hace una vida salvaje y apenas entra a la casa para comer y beber.

Cuando hemos vuelto del veterinario la hemos soltado dentro de la casa, y al rato no sabíamos dónde estaba. Hemos recorrido de arriba abajo todas las habitaciones sin encontrarla. Al final, estaba en el sitio menos pensado, había levantado una cortina y se había metido en un armario.

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Misha en su convalecencia entre toallas, en el armario

Nos quedan diez días aquí. Sobre el diez de agosto volveremos a Rivas, y el quince volaremos a las Américas, pero eso es otra historia. Feliz verano a todos.

Salud y República


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