- Y le dolió el alma, vaya que sí -afirma con media sonrisa la madre de Él.
Preside un lateral del salón la foto heroica de Él jurando bandera, tantos años atrás que la imagen guarda tonos en tecnicolor.
- Qué guapo estaba -sentencia el amor de madre.
Debieron de llegar pronto, orgullosos y acompañándose. Otra madre ostentaba un primer sitio, primera línea de frente, privilegio nacional el retoño y su milicia.
-Y ya le dije yo que ese sitio era mío -pues menuda es la madre de Él, gallina y leona defendiendo la camada, deseosa siempre de tenerlos a todos alrededor.
Un mal quiebro debió de hacer la otra, aprovechada la ocasión por mi suegra, leonesa y leona, sí, que la otra, pardilla o inocente, perdió silla y sitio, la madre de Él imagino yo brazos en jarras y dando más órdenes que usía para poder acompañar al niño, a la bandera y a la foto que blande orgullosa en el lateral, bien visible por encima del televisor.
-Y le dolió el alma, que me puse yo la primera -cierra rotunda.
Nada más, nada peor, que un dolor de alma hondo, pienso yo, que ni se quita ni ahí anden con berbiquí y cazuelilla. Pobre la otra, que no conocía a la leona y no la vio venir. El alma puso en pago...