
Director: Spike Lee
Es curioso pero, hasta el momento, hemos ido una sí y otra no con la filmografía de Spike Lee: "She's Gotta Have It", sí; "School Daze", no (no me interesa, para serles honesto); "Do the Right Thing", sí; "Mo' Better Blues", no (me interesa, no sé por qué se quedó fuera de esta improvisada revisión); "Jungle Fever", sí; "Malcolm X", no (me interesa pero dura más de tres horas y ¿de dónde demonios saco ese tiempo en esta maldita casa?); y ahora, con "Crooklyn", sí. ¿Seguirá la misma tendencia mañana? Bueno, ahí está el misterio.









"Crooklyn" es una película sencilla, íntima, con un Spike Lee menos ambicioso y desatado que en "Do the Right Thing" y "Jungle Fever", pero igual de observador, con la misma capacidad para capturar una realidad y expresarla a través del fotograma, siempre rebosante de colores, luces, movimientos, personajes, sentimientos.
"Crooklyn" es una película semi-autobiográfica, co-escrita entre Spike Lee y su hermana Joie, que no tiene argumento propiamente tal aunque sí tiene un objetivo claro: ser una historia sobre crecer, madurar, aprender, continuar. El relato, aunque se preocupa de mostrar la vida de barrio, se centra especialmente (sin dar tanto espacio a secundarios como en películas anteriores) en una familia compuesta por cuatro hijos, una hija, una madre profesora y un padre músico, que deben sobrellevar las típicas dificultades de una (numerosa) familia de clase media: una vida de dulce y de agraz. Como es usual, la puesta en escena de Spike Lee se caracteriza por su tono festivo, camaleónico, por su ágil ejecución formal, por su transparencia y por una verosimilitud que surge sobre todo de unos personajes creíbles y, a su manera, conmovedores hasta la médula: crean un espacio, le dan vida y Lee nos introduce directamente en su interior, nos hace uno más en estas aventuras y desgracias.
Aunque no haya un argumento definido y delimitado, sí hay una gran construcción de personajes y conflictos y realidades, las cuales, desde luego, no son ni monótonas ni estáticas; antes al contrario, no obstante la rutina y la cotidianidad muestran perpetua evolución y dinamismo, trascienden las barreras de una narración convencional (aunque, claramente, para el final quedan los acontecimientos más críticos), e incluso hay espacio para los siempre crueles giros del destino, pero nada muy solemne ni grandilocuente, siempre humilde y cercano, pues así es la vida cuando no te puedes dar el lujo de elegir. No por nada las escenas más maravillosas son las más simples: un gesto honesto, un detalle enternecedor, una imagen evocadora, una solución narrativa tan ingenua como profunda (nótese la secuencia de las cartas): Spike Lee dirige con el corazón.
"Crooklyn" es un lindo y conmovedor coming-of-age salido directamente desde esos barrios que Spike Lee tan bien conoce. Sonará cursi pero creo que es buen momento para decir que "Crooklyn" es una pequeña gran película.
Imprescindible.
