Él apuró el afeitado. Esa noche iba a ser su noche. Se perfumó, se ajustó la corbata y salió dando un portazo.Ella miró el reloj por décima vez. Se tomaría las uvas y a la cama, que si no, mañana, no habría quien trabajara. A quién se le ocurre tener guardia el día 1...Él llegó a la fiesta y se pegó a la barra. Ron con Coca-Cola y chicas bonitas. ¿Qué más se le puede pedir a la vida?Ella se quedó dormida con la boca abierta y la nariz helada, bajo el edredón de cuadros.- Demasiada bebida - pensó él, saliendo al fresco de la noche.- Un poquito más -pidió ella, cuando sonó el despertador.Él se quedó mirando las estrellas que abovedaban el cielo.Ella observó las gotas de agua que caían en la ducha.Él se tumbó en la carretera para contemplar las estrellas.Ella no lo vio.Ahora, él está en quirófano. La anestesioblasta se afana en montar el recuperador rápido de fluidos porque la vida se le va gota a gota. - Llama al banco de sangre, que bajen lo que tengan y que empiecen a cruzar más - le dice el adjunto.Ella se muerde las uñas en la sala de espera.Él no encuentra las estrellas. Se ha quedado todo oscuro.A ella, la luz de los fluorescentes, le ciega los ojos irritados de llorar.De pronto, él ve una luz brillante allí, al fondo. Ha encontrado las estrellas.Ella ve salir a los médicos. Y su mundo se hace añicos.