“Con ese bendito niño chino cabalgando el dragón fue que me ganaron para su causa”
[Ricardo Portmán] @ecosdelviniloEste cruce de caminos me pilló crecido. Viví en primera persona el auge del rock alternativo de los noventa. Siendo un adolescente post-fiebre Guns N’ Roses nunca me sentí seducido por Nirvana ni el sonido grunge de Seattle (con los años me calaría, especialmente Pearl Jam) y esa próximo-gran-cosa fue el rock alternativo californiano, especialmente los Stone Temple Pilots. No es que San Diego fuera el gran crisol musical de los States (lo más reconocible para mi era su mediocre equipo de béisbol) pero este cuarteto me dio en la madre. Su disco debut, Core, me gustaba, pero realmente el primer álbum suyo que cayó en mis manos fue el segundo (y que segundo): Purple. Con ese bendito niño chino cabalgando el dragón fue que me ganaron para su causa.Cuando los STP ganaron el MTV Award como nuevo artista con Core -y parecerá una banalidad- ver a Dean DeLeo jugueteando infantilmente con el trofeo del astronauta mientras Weiland daba las gracias me daba una imagen de amateurismo total. Esos detalles te alejan cuando eres muy joven e inmaduro. Me gustaba la música pero no me los tomaba muy en serio. Lo dicho antes: Purple me los presentó grandes, potentes, imbatibles.¿Cómo llegó el disco -CD- a mi poder? Comprándolo en una tienda de disco usados, sí. Había poco dinero y muchas ganas de escuchar música nueva. Lo compré por la portada -no había escuchado ni una nota de Purple- y encomendado a las deidades le di play a Meatplow. Madre mía, Meat-plow. Aquí se destapaba la caja de los truenos con uno de los sonidos de guitarra más turbios y asesinos que se hayan grabado alguna vez. Fue una posesión absoluta desde el segundo 5. La voz de Scott Weiland, siempre consistente, aquí era un increíble manojo de raspas y quiebros. Incluso la canción -como composición- era muy superior a lo mejor de Core, con ese acorde final disonante que te dejaba con un sabor agridulce de los que no se olvidan. Con que lo siguiente a Meatplow no estuviera muy mal me conformaba, pero este viaje apenas iniciaba.Vasoline, un hit como una catedral, himno absoluto. El arreglo de batería, espasmódico, casi ferroviario, me sigue obsesionando hoy. Sobre esa batería podías leer la guía telefónica y sonaría perfecto. Luego venía Lounge Fly, primer tema que me gustaba lo necesario, sin emocionarme ni decepcionarme, una canción-puente hacia el gran amor de mi vida como melómano: Interstate Love Song.
Durante media vida me han preguntado cuál es mi canción preferida, de cualquier época, estilo o artista y siempre he contestado lo mismo, sin vacilar: Interstate Love Song. No es la más virtuosa, ni siquiera la más potente que escucharás, pero esa melancolía bajo la superficie, el riff perfecto, un estribillo emotivo a rabiar, la obsesiva secuencia de acordes descendentes en los versos, nacidos de una estructura country folk compuesta por Robert DeLeo y una letra amarga, muy amarga, la siguen haciendo sublime, casi nueva para mis oídos en cada escucha. Ese primer día la habré escuchado hasta el paroxismo. Still Remains era de esos temas que parecen -a primera escucha- de relleno, una medianía, pero tiene mucha fibra y ha sido muy posterior mi gusto sincero por esta canción modesta que ha recuperado su lugar dentro del cancionero de STP (quienes la han interpretado en sus directos más recientes con el nuevo cantante).Pretty Penny es el tema diferente, la tradición folk orientalista, que tuvo su momento de gloria en el Unplugged en aquel tiempo inmediato al lanzamiento del disco. Era de mis temas preferidos porque me permitía respirar, estirar el músculo sensorial dentro de la electricidad de alto voltaje de Purple. Algo que me encantaba de Pretty Penny era lo fácil que resultaba tocarla a la guitarra acústica -eso le sumaba muchos puntos-.Tras el relax, la explosión de Silvergun Superman. Una nueva demostración de poderío definitivo. Mister Dean DeLeo, como en todo el disco, está inmenso con arreglo de guitarra minimalista y musculoso, eso sin dejar de lado la línea melódica, que es de premio. Yo probaba a imaginar la canción tocada solo en el piano o con una guitarra acústica y se convertía en una maravilla pop (!). Big Empty por alguna razón nunca me convencía del todo. No es que sea un mal tema (en mi gusto ha repuntado con el tiempo) incluso fue parte del soundtrack de The Crow y la banda siempre lo ha tenido entre sus selecciones de “Greatest Hits”. La interpretación es soberbia pero hay algo ‘químico’ que nunca me ha permitido conectar con Big Empty, una cosa intangible. Quizás es el tema menos rock alternativo de Purple y lo que quería era eso: rock alternativo puro y duro. Nunca convenceré a nadie con estas razones pero es lo que hay en mi sobre esta celebrada canción.Un bombazo incuestionable: Unglued. Siempre terminada agitado, dando saltos y puño en alto con este trallazo. Es el único tema con Weiland como autor de la parte musical también (junto con Robert DeLeo) lo cual le revelaba como un dotado no solo para las letras. Siempre tuve la impresión que Unglued era uno de los temas que mejor representaba esa encarnación crepuscular de los STP-1994.Army Ants y Kitchenware & Candybars, por alguna razón, rara vez las escuchaba completas. Eran buenos temas, le hacían honor al empaque completo de Purple, pero nunca tuve una conexión emocional con ellos. Quizás era menos frío con la segunda, especialmente por la coda guitarrera del final. No era un mal final pero tampoco era el Gran Final.
El tema oculto, My Second Album, una delicia freak. No podía menos que reír a carcajadas y preguntarme quién diablos era el “vocalista” de variedades (Richard Peterson) que se encargó de una rareza que pocas veces sería reproducida, pero se agradecía la intención de ser diferentes e irónicos. Creo que esa podría ser precisamente mi definición de los Stone Temple Pilots: Diferentes e irónicos, a lo que sumaría sufridos (por lo vivido) y estoicos (por la manera de llevar su carrera). Tras la muerte de Scott Weiland la banda entró en una etapa rara con Chester Bennington y en otra, un poco más esperanzadora, con Jeff Gutt, y el último disco es un clavo ardiente del cual colgarse para capear el temporal mientras el futuro se esclarece. Sirva el final de estas líneas para que este servidor escuche por millonésima vez Interstate Love Song.
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