El encuentro que tuvo con Lutero le dio nueva energía. Cranach se vinculó a Lutero humana y espiritualmente. Los primeros retratos del reformador surgen de Cranach y se hallan entre las obras maestras de este género. En los primeros retratos se pueden observar la simpatía y la adhesión de Cranach hacia la Reforma. Ahora bien, esta adhesión a la Reforma no le impidió enriquecerse y hacer negocio con la pintura e incluso con el comercio y la política. En 1522 compró una farmacia y más tarde una imprenta y una hostería. Desde 1520 fue senador, y de 1537 a 1544 burgomaestre. Del taller se ocupaban sus hijos Hans y Lucas.
Si nos centramos en la gran Crucifixión de Munich, ésta presenta el mismo tema que ya había tratado hacía tres años, donde todavía podemos observar algunos rasgos de la rigidez medieval. A pesar de ello, Cranach consigue gran expresividad de los personajes. Ello lo consigue a través de la composición de los personajes, ya que dispone asimétricamente las tres cruces, estando Cristo en primer plano y a la derecha, visto de lado, y en el extremo izquierdo los dos ladrones, uno de los cuales, casi ni se ve, y el otro de frente.
Entre las cruces se encuentran la Virgen y san Juan, a quien gracias a la posición de la línea del horizonte, adquiere una gran monumentalidad. Además, el paisaje no es solamente el fondo, sino que participa del dramatismo del acontecimiento, como expresión de un estado de ánimo. La naturaleza es áspera y montañosa. Las rocas, los árboles y las montañas se convierten en la prolongación de la muerte de Jesús. Las nubes se concentran, oscuras, en un tono amenazante, detrás del crucifijo, enmarcando trágicamente la figura de Jesús. Al mismo tiempo, la corona de espinas parece continuar las ramas de los árboles con sus espinas retorcidas.
Un saludo desde Academia Cruellas, en Fraga.