El filósofo Justin E. H. Smith ha publicado un fuerte y razonado artículo en el NY Times (Cruel and Unusual: A President’s ‘Pardon’ as Dark Parody) en el que resalta la extraña parodia que supone el rito político anual del "indulto al pavo", en el país en que sigue vigente la pena de muerte y sus posibles indultos, también políticos.
El indulto presidencial de un pavo tiene que ver con lo que sucede en Usa cada año, el cuarto jueves de noviembre. Ese día -que este año cae en el próximo jueves 24- es el Thanksgiving Day, y se celebra en recuerdo de los peregrinos, como ocasión de una acción de gracias nacional.
Y en ese día, en una abrumadora mayoría de hogares estadounidenses, por no decir en todos, es tradición inconmovible comer pavo asado.
La aparición oficial del acto de "indulto" político a un pavo, en el jardín de la Casa Blanca, queda fechada con Bush en 1989 (podría remontarse a Truman en 1947).
Pensar en los implícitos de esta ceremonia es lo que ha puesto en marcha la plumal del filósofo Smith, y las rotativas del NY Times para publicar el citado artículo unos días antes del próximo jueves 24, que este año será el Thanksgiving Day.
Con este poderoso framing comunicativo que relaciona directamente el "indulto al pavo" con la pena de muerte, es posible que más de un estadounidense, en especial entre los intelectuales, la fiesta revista tintes más serios que los de costumbre.
Lean el artículo de Justin E. H. Smith en sus alcances y razonamientos, porque entiendo que vale la pena. Aquí sólo adapto al castellano los primeros párrafos, para animar a esa lectura:
Dentro de unos días tendremos que soportar una vez más el espectáculo que cada año nos ofrece el presidente de los Estados Unidos, indultando la vida a un pavo que de otro modo hubiera sido destinado para la mesa de Acción de Gracias.
Este evento es normalmente cubierto por los medios de modo más bien festivo y jocoso - y eso estaría muy bien, si no hubiera seres humanos reales en el corredor de la muerte en espera de un indulto similar.
En el contexto estadounidense actual, sin embargo, el indulto del pavo es una parodia de mal gusto del extraño poder que tienen los políticos para decidir el destino terrenal de presos condenados a muerte.
Hay en esta parodia (el indulto al pavo) un reconocimiento implícito de que la muerte de estos presos es una práctica que lleva a una real y nada jocosa comparación con la masacre ritual de las aves para las fiestas.
No estoy diciendo que esta masacre de aves por la comida sea algo malo - no aquí de todos modos - sino sólo que el paralelo de este ritual presidencial nos invita a observar algo revelador. (…)
El perdón de Obama para un pájaro seleccionado al azar en el día de Acción de Gracias no sólo lleva consigo una validación implícita de la matanza de millones de otros pavos.
También implica una validación implícita de la práctica paralela con los seres humanos, cuando se indulta en ocasiones a condenados a muerte, según las oscuras razones y los razonamientos ocultos de una Corte Suprema cada vez más caprichosa. Indulto que no llega a la mayoría de los condenados a muerte.
En este sentido, el perdón del día de Acción de Gracias es un reconocimiento de la arbitrariedad del sistema de la pena capital.
(...)
Ahorro aquí los razonamientos en torno a las modalidades de ejecución (fusilamiento, silla eléctrica, inyección letal) y el grado de pretendida "humanidad" de una sobre otra. Ahorro también las consideraciones de Smith en torno a las propuestas de "órdenes de tortura" a dar a los agentes federales, en esta época "post-9/11".
Smith termina así su artículo:
(...) Matar es, en definitiva, es algo cruel e inusual, y por eso los asesinos son justamente despreciados. Esta es la razón por la que la pena capital encaja bien como parte del sistema de justicia en los estados absolutistas, pero ni puede ni nunca tendrá un lugar indiscutido en una democracia.
¿Para cuando la desaparición de la pena de muerte en un país que se quiere líder del mundo civilizado?