Revista Diario
Paso la frontera de Moc Bai hacia Camboya sin demasiada complicación, salvo el descontrol total de las fronteras vietnamitas donde no necesitan ni mirarte la cara para sellarte el pasaporte. Cambio radical; las letras vuelven a ser inentendibles (เพลง เป็นอย่างไรบ้าง), los rasgos de las personas se oscurecen más si cabe y el mundo se vuelve más rural. Una maravilla ver las casitas de madera levantadas en estacas para protegerse del monzón (y supongo que también de las ratas por la noche). Los campos de arroz son bonitos a la vista, pero me recuerdan a los monocultivos de caña de azúcar salvadoreños y me imagino la deforestación que ha debido sufrir este país para tener tanto terreno cultivable, una lástima.
Todo tan rural, tan lindo, tan idílico; atardecer precioso desde el autobús, y de repente Siem Reap, disneylandia donde menos la esperas. Discotecas, mercados, souvenirs, mas franceses que en Francia y mas españoles que en España (que con eso de la crisis nos gusta irnos por ahí, oye...). Me reuno de nuevo con Miguel el portugués, que conocí cuando entrábamos en Vietnam. Y juntos, compartimos un tuc-tuc (moto con remolque) para visitar los templos de Angkor.
Tenemos la entrada de tres días, y no podremos ver todo, son tan grandes... Hoy pasamos todo el día desde las 8 hasta las 18 caminando, sudando, mirando, fotografiando, imaginando, alucinando, babeando y mas “andos“, porque lo que aquí hemos visto no es comparable con ningún templo ni ruina que yo haya visto en toda mi vida. Espectacular. Dejemos, como siempre, que las imágenes hablen por sí solas.
Espero no saturar con tanto templo, pero ahora mismo es lo que toca...
*ya vuelvo a tener acentos!!!
Todo tan rural, tan lindo, tan idílico; atardecer precioso desde el autobús, y de repente Siem Reap, disneylandia donde menos la esperas. Discotecas, mercados, souvenirs, mas franceses que en Francia y mas españoles que en España (que con eso de la crisis nos gusta irnos por ahí, oye...). Me reuno de nuevo con Miguel el portugués, que conocí cuando entrábamos en Vietnam. Y juntos, compartimos un tuc-tuc (moto con remolque) para visitar los templos de Angkor.
Tenemos la entrada de tres días, y no podremos ver todo, son tan grandes... Hoy pasamos todo el día desde las 8 hasta las 18 caminando, sudando, mirando, fotografiando, imaginando, alucinando, babeando y mas “andos“, porque lo que aquí hemos visto no es comparable con ningún templo ni ruina que yo haya visto en toda mi vida. Espectacular. Dejemos, como siempre, que las imágenes hablen por sí solas.
Espero no saturar con tanto templo, pero ahora mismo es lo que toca...
*ya vuelvo a tener acentos!!!