Navateros en el río Gállego, Pirineo Aragonés. Foto: MI/JJ.
En el cercano horizonte se recortaban las montañas del Pirineo, reverdecidas hasta la exuberancia por las abundantes lluvias caídas este año. Sentados en torno a una mesa, un grupo de seres humanos conversábamos sobre la crisis, la corrupción, el paro...
A nuestra consulta habían acudido familiares de una persona que se había suicidado debido a la desesperación ante el inminente desahucio de su vivienda, y la conversación derivó hacia este grave y doloroso asunto.
La situación política y de las instituciones es ciertamente muy preocupante. ¿Cómo hemos llegado a esta situación? ¿Qué se puede hacer?
Aparte de las acciones concretas que cada uno pueda llevar a cabo en su entorno, es útil entender lo que no va a funcionar, lo que no va a mejorar la situación y lo que sí puede ayudar a resolverla.
Desde el punto de vista psicológico, el origen de lo que está sucediendo es fruto de la búsqueda del beneficio personal, que conlleva la falta de visión de conjunto. Cuando alguien está motivado por la búsqueda del beneficio propio no entiende el concepto del bien común ni los beneficios que reporta para todos, incluido para él mismo. Entonces se toman decisiones absurdas, incoherentes, confusas y que generan el caos y mucho sufrimiento.
Estas decisiones y acciones, algunas escandalosas a ojos de cualquiera, solo pueden estar motivadas por la más absoluta incompetencia psicológica o por intereses particulares, que viene a ser la misma cosa. El interés propio, inmediato, es incompatible con la verdadera inteligencia, y sin esa inteligencia la mente se torna astuta e incapaz. Una mente de estas características recurrirá a falsear, mentir, engañar, fingir, manipular..., a mostrar seguridad, cuando en realidad está inmersa en el miedo y en una gran ignorancia.
Sin embargo, cuando las personas actúan motivados por el bien común, es porque comprenden que la unión hace la fuerza, que juntos, los seres humanos pueden lograr un mayor bienestar para todos y cada uno. Entonces, inevitablemente apoyarán y priorizarán una sanidad pública universal, educación pública de calidad, que la justicia no dependa de la capacidad económica, potenciará los servicios sociales, la sostenibilidad y garantía de las pensiones y el apoyo a los desfavorecidos.
Y si estos pilares sociales caen en el excesivo asistencialismo, en el abuso por parte de algunos ciudadanos o en el fraude al sistema por parte de otros, pues habrá que aprender a corregir estas desviaciones, fomentar el rigor, la depuración de responsabilidades, potenciar la honestidad, la gestión sostenible, la responsabilidad social con los demás..., es decir, educar en el bien común.
A nadie se le escapa que la vida da muchas vueltas, y que tener las necesidades básicas garantizadas produce seguridad y bienestar, y la seguridad y bienestar fomentan las buenas relaciones, la paz y la armonía.
Entonces, si queremos que la situación cambie, y además de las actuaciones que cada uno considere oportunas llevar a cabo, debemos aprender a actuar movidos por el bien común. Esto incluye ser honestos, colaborar, no defraudar, no mentir, ser amables con los demás, ser firmes cuando sea necesario, ponerse en el lugar de los demás, respetar y ser respetable; en definitiva, no ser egocéntricos.
Sin embargo, si son sinceros consigo mismos, se darán cuenta que esto no es tan fácil. ¿Por qué? Porque detrás de cada dificultad para actuar honestamente hay un temor. Temor al rechazo, a no lograr lo que se necesita, a ser menos que los demás, al menosprecio, a verse solos, a que abusen de uno, a no ser capaz, al futuro, etc.
Las personas distan mucho de ser perfectas, están cargadas de errores psicológicos que les hacen la vida más difícil. Pero nadie quiere sufrir, incluso el que actúa de forma que se hace daño a sí mismo, en realidad es porque está confundido y no sabe hacerlo mejor. En este aprendizaje que es la vida, evidentemente será más fácil aprender en un medio favorable, con las necesidades básicas cubiertas. Esto ocurrirá cuando la búsqueda del bien común tenga más fuerza que la búsqueda de la supervivencia personal.
La relación entre el aprendizaje personal y el cambio social, se explica porque la sociedad es la suma de los individuos. El actual sistema piramidal de poder, no importa quién lo ostente, se basa en la búsqueda de interés personal, y la pirámide la forman tanto los que ejercen el poder como los que desde la base luchan por su parcela de poder. Este sistema piramidal nos vuelve competitivos unos con otros, no cooperativos.
Entendamos que ejercer el poder no es lo mismo que ejercer una función pública, pues la función pública consiste en prestar un servicio a la comunidad. Es vergonzoso ver a los dirigentes que se alegran de ganar unas elecciones como si les hubiera tocado la lotería, en lugar de mostrar conciencia de la responsabilidad que supone dirigir un colectivo humano.
Por tanto, desde el punto de vista psicológico, cada uno debe aprender a salirse de ese sistema piramidal y competitivo, entendiendo que la humanidad es más parecida a un puzle, donde cada uno encaja y tiene su lugar desde el que aportar a los demás y recibir lo que necesita. Para ello es necesario enfrentar el temor a ver la realidad, ser firme pero sin odio, aprender a resolver el miedo, actuar a favor de las personas y no en su contra, aprender a ser honesto en el día a día. Una población sin miedo y sin ira, honesta, será firme, exigirá y conseguirá un sistema justo con todos, sin excluir a nadie. Fuente: Jesús Jiménez y María Ibáñez. C. Marco