Cuaderno de estilo: Fred Astaire y la elegancia casual

Fred Astaire, el bailarín elegante

A la hora de hacer mi primer texto para esta sección, compartida con Ana Bueno, pensé en varios iconos a tratar. Por supuesto vino rápido el Duque de Windsor, uno de los hombres que marcó un antes y un después en la moda masculina, pero finalmente me he decantado por Frederick Austerlitz, al que todos conocemos por Fred Astaire y que compartía sastre con Eduardo VIII del Reino Unido (el ya nombrado Duque de Windsor). Este hombre es uno de los míticos galanes de Hollywood, a pesar de no ser especialmente atractivo o alto y no digamos ya musculado, más bien era un palillo, pero con todo nadie dudaría hoy en día de esa categoría. La clave de su éxito en este aspecto fue su elegancia y saber lucirla de forma totalmente casual.

Cuenta la leyenda que cuando llegó al mundo del cine dijeron de él que no llegaría a nada ya que “No era guapo y solo sabía bailar y cantar un poco”, mirando la vista atrás nos sorprende ya que precisamente fue eso lo que le lanzó a la fama, muy consciente de ello apostó por un estilo propio, además de aprender a llenar la foto con todo su cuerpo, manteniendo la atención alejada de un rostro que no podía competir con el de Cary Grant pero al que tampoco le hace falta.

Pero si hablamos de Fred Astaire y su estilo tenemos que nombrar necesariamente el “English Drape”, también llamado “London Drape” o “Suit Drape”, adecuado para hacer referencia a cierto tipo de traje que hoy ya no se ve en la calle (tampoco en el cine) pero que para este hombre se convirtió en algo totalmente básico.

Este corte jugaba con dos tendencias unidas en una sola. Por un lado tenemos los hombros anchos que es algo muy americano, que en figuras como la del bailarín ayudada a crear mayor presencia, a lo que se unía la cintura estrecha que provenía de la sastrería británica y finalmente los pantalones por encima de la cintura, siendo necesario usar cinturón, que permitían una gran libertad de movimientos lo que era indispensable dada la profesión del icono que nos ocupa. Este diseño se atribuye a Frederick Scholte, sastre que también estuvo al servicio del más que elegante Duque de Windsor y que gracias a ser usado por él y el actor se popularizó en la sociedad de su época.

El esmoquin fue una de sus prendas características

De hecho, y por contar una anécdota, a la hora de probar sus trajes Astaire realizaba unos pequeños pasos  de baile para asegurarse de que se ajustaban totalmente a él y que podría usarlos sin problema alguno en sus coreografías. Esto es algo que queda claro cuando le vemos llevar esmoquin, en el que se encuentra tan cómodo como cualquiera de nosotros con una camisa y unos tejanos.

Hay que decir que si bien en la mayoría de actores, y en cualquier hombre, el traje queda muchas veces como una prenda que no es realmente nuestra y casi una imposición no es así en él, luciendo en todo momento tranquilo y relajado. Aquí conviene recordar lo que Audrey Hepburn, otro icono del saber vestir, dijo sobre él “Tiene estilo. Sus ropas son siempre muy casuales pero extremadamente elegantes, pero es que el tiene mucho gusto”, y era totalmente cierto ya que se alejó de la seriedad que marcaba la época y se lanzó a usar otras tendencias que hoy nos son totalmente habituales.

Entre sus habituales están las camisas “button-down”, corbatas de rayas y pañuelos de seda rojos, calcetines azules y zapatos de ante, sin olvidarnos de sus chaquetas de Tweed y sus jerséis amarillos de cachemira, todo ello combinado con gran acierto y sabiendo lucir siempre de la mejor manera para no parecer fuera de lugar, de nuevo volviendo al tema de la naturalidad que poseía su elegancia y que no resultaba nada forzada.

Quizá lo mejor para terminar sea decir que “Cuanto más arriba estás, más errores se te permiten. Y si en lo alto lo haces lo suficiente, se acaba considerando tu estilo”, y si Astaire pensaba eso no voy a ser yo el que le lleve la contraria.

Doc Pastor