Si pensamos en James Bond nos vienen a la mente todos los rostros que le hemos conocido en la gran pantalla, pero también el perfecto estilo que siempre ha llevado. Impecablemente vestido, educado pero sin miedo a pelear (o matar) por su país, seductor y con una innegable predilección por el color negro por encima de cualquier otro.
¿Qué define a la imagen de este agente secreto? Un esmoquin, tuxedo como ya se aclaró hace tiempo, una pistola, un martini (mezclado, no agitado), un precioso Aston Martin y todos los gadgets que Q haya inventado para la ocasión.
Pero si un nombre se asocia y se asociará por siempre a esta saga, y al personaje que la protagoniza, será el de Sean Connery. Este gran actor fue el primero en poner su rostro al servicio cinematográfico de la creación de Ian Fleming, logrando un perfecto equilibrio entre visión tópica que tenemos de cómo debe ser un caballero inglés pero logrando a la vez ese magnetismo casi salvaje que tiene y una virilidad que traspasa el celuloide en cuanto él sale en la pantalla. Por supuesto no es suyo todo el mérito y otro tanto hay que concedérselo a Anthony Sinclair, sastre que le procuró un buen vestuario siguiendo las clásicas tendencias que eran habituales en esa meca que es para muchos Savile Row.
La época influyó y cuando llegó el turno de George Lazenby en On Her Majesty´s Secret Service el armario cambió y se modernizó con los patrones que marcaban los últimos años de esa década que fueron los años sesenta. En esta película aparece además Diana Rigg que se había convertido en todo un icono de la moda del momento gracias a su personaje de Emma Peel en Los Vengadores, junto al aristocrático John Steed al que daba vida Patrick Macnee.
La llegada de Roger Moore tuvo una curiosa consecuencia y es que se llevó a su propio sastre con él, lo que por otro lado es un claro acierto ya que James Bond aparece mejor vestido que nunca. La relación ya habitual entre el actor y su compañero se notó en lo bien que le caían las prendas al primero, viéndose cómodo en todo momento. No era un hombre contratado para llevar un traje, era un hombre llevando un traje al que estaban pagando por ello, parecido pero no igual. El armario se volverá más completo y moderno, le veremos con tonos amarillos y beiges, chaquetas de safari, tocando también el gris y el azul naval, por supuesto sin dejar de lado el negro que tan característico es del personaje.
Los ochenta y los noventa vieron un importante cambio en el físico del agente secreto, se pasó del hombre rudo (pero amable y educado) a ser más estilizado, moreno y de rostro alargado. El primer intento fue con Timothy Dalton que para muchos fue un error, pero la llegada de Pierce Brosnan marcó el regreso de la saga con un intérprete que sería puesto al lado de Sean Connery como el mejor de todos (o el segundo mejor). La casa Brioni fue la encargada de vestir a este último en una línea que mantenía el estilo que ya se conocía pero lo alejaba de la idea del gentleman inglés, le vimos incluso con una chaqueta de cuero, pero teniendo siempre claro que la elegancia es lo primero. La firma italiana tiene la fama de ser la más cara del mundo pero es algo que se puede permitir ya que el acabado de sus trabajos es, sencillamente, perfecto.
Dentro de unos días se estrena la última entrega de James Bond en las pantallas, al menos hasta nuevo aviso, y la tercera de la nueva saga que comenzó Daniel Craig (la historia se reseteó, para el que no las haya visto todavía). Y aunque por siempre este archiconocido espía está en la cresta del buen vestir no ha logrado en estas nuevas películas estar a la altura de los anteriores en gran parte por la elección del actor.
“Lo que debo hacer por Inglaterra” – James Bond.
Doc Pastor
Escribo de cine, cómic y lo que haga falta (ahora un libro divulgativo). Fundador-Director Editorial de Ruta 42, coleo por más sitios. Mi perrito se llama Loki.
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