Más por sabio que por griego, Seitaridis, un gran lector de este pequeño blog, me ha recordado una grave carencia de mi última entrada: olvidé mencionar ‘Con el agua al cuello’, la novela con la que Petros Márkaris inició su trilogía sobre la crisis. Ambientada en la Atenas del verano de 2010, esta aventura del comisario Jaritos transcurre en una ciudad repleta de manifestaciones y huelgas, con griegos que, como el propio Márkaris, sólo atisban el inicio de la crisis. Un escenario perfecto para que un misterio asesino comience a ejecutar banqueros. Aquí van unas líneas robadas, una conversación entre Jaritos y un atleta dopado reconvertido en inversor.
- “¿Sabe que son los ‘hedge funds’, señor comisario?
- Los he oído nombrar, como todos los griegos últimamente, pero no sé qué son.
- Imagínese que unas personas echan dinero dentro de una tinaja. Otras personas se encargan de administrar el dinero que hay ahí dentro. Los administradores llaman a eso inversión, pero no lo es.
- ¿Y qué es?
- Un juego de azar, señor comisario. Un juego para jugadores muy ricos (…) El capital total administrado por los ‘hedge funds’ en 2008 ascendió a dos billones y medio de dólares (…) Se crearon ‘hedge funds’ de los ‘hedge funds’. Los administradores de los ‘hedge funds’ comenzaron a recurrir a capitales prestados para incrementar la rentabilidad (…) perdieron sus válvulas de seguridad, se convirtieron en un puro juego de azar y un buen día se vinieron abajo (…) Es como el dopaje en el atletismo. Los deportistas, cuando empiezan a tomar anabolizantes, ya no pueden parar. Marcan un nuevo récord y necesitan tomar anabolizantes cada vez más eficaces para volver a batir un récord, y otro, y otro. Y el riesgo va aumentando; no sólo el riesgo de que te pillen, sino también el riesgo de que te afecte a tu salud.
- Pero bueno, los que invierten su dinero, ¿no tienen miedo de perderlo?
- Cuando yo le preguntaba a mi entrenador qué eran aquellas pastillas que me suministraba, él respondía: “No preguntes, son vitaminas”. Yo sabía que no eran vitaminas, pero a pesar de todo las tomaba. Lo mismo hacen los administradores de los ‘hedge funds’.Si les preguntas, te contestan que las inversiones son de todo seguras. Tú sabes que no lo son, pero optas por creerles. Porque el dinero es dulce, señor comisario, igual que las medallas”.
Con didácticas explicaciones como ésta, Márkaris explica cómo estalló la crisis actual, mientras Jaritos intenta atrapar al asesino de banqueros. Pero lo mejor de la novela es su ambiente general. Márkaris nos muestra cómo el monstruo invisible de los recortes cerca poco a poco al comisario, a su familia, a sus compañeros y vecinos… a casi toda Atenas. Allí donde no alcanza el relato periodístico, llega la verdad de las mentiras del novelista. Lo peor es que el propio escritor ya sabe que su trilogía es insuficiente. “Se me presentan tres posibilidades – escribe Márkaris en el prólogo de ‘La espada de Damocles’ -: complementarla con un epílogo que ilustre el final de la crisis; convertir la trilogía en tetralogía; o, por último, concluir la primera serie y empezar otra nueva. Ésta sería la peor opción. A día de hoy, no sé por cuál de las tres variantes me inclinaré”. Si el FMI y Merkel, sí Merkel, no se equivocan, las dos series parecen inevitables.
“Con el agua al cuello”. Petros Márkaris. Editorial Tusquets. Barcelona, 2011. 328 páginas, 19 euros.