Acabo de leer En la campaña de Obama, del periodista Jordi Pérez Colomé. Es la narración, de primera mano, de la campaña que llevó a Barack Obama a la presidencia de los Estados Unidos. Una de las muchas diferencias con la política española es que en los EEUU puedes ser de un mismo partido y tener opiniones distintas sobre muchos temas. Sólo hay que recordar la encarnizada lucha en las primarias entre Obama y Hillary para corroborarlo. Algo impensable aquí. Como señala Colomé "En España, no prefieres a un candidato , sino a un partido y si desvelamos nuestro partido quedamos esposados a sus siglas y a cada una de las opiniones del líder de turno." . Por eso no queremos que se sepa a quién votamos, algo que no ocurre en los EEUU, donde ser republicano o demócrata significa ser muchas cosas distintas. En España los partidos políticos exigen una disciplina interna tan férrea que al final las corrientes críticas o son expulsadas o invitadas a irse. Identificarse con el PP o el PSOE, los dos grandes partidos españoles, significa, no tanto para ti como para los demás, identificarse con todas las posturas "oficiales" que toma el partido sobre cualquier tema. Otras de las diferencias, consecuencia de esto, es que en los Estados Unidos la gente dice sin problemas a su vecino si va a votar a Mccain o a Obama sin que eso signifique necesariamente que no pueda compartir una barbacoa. Aquí, en Cataluña por ejemplo, si queremos disfrutar de la barbacoa preferimos no tocar el tema, a no ser que coincidamos plenamente con nuestro vecino. Porque es difícil continuar comiendo si el otro te va a considerar un facha, sólo porque votas a la derecha, o te va a considerar un racista sólo porque quieres la independencia de tu país. Así que, visto lo visto, es mejor comer, brindar en paz y hablar de fútbol. Bueno, de fútbol, casi que tampoco.
(Vuelvo con la educación social como tema en septiembre. Mientras tanto iré escribiendo este Cuaderno de verano. Feliz ídem. )