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Cuadernos canadienses (II): alrededores de Toronto

Por Esperanza Redondo Morales @esperedondo
En una entrada anterior hablé un poco sobre la ciudad de Toronto, y aunque no cité absolutamente todo lo que hay para ver porque sería interminable, sí me dejé a propósito en el tintero algunas cosas que preferí incluir en otra entrada; me refiero a las que no están en la propia ciudad, sino a las afueras o incluso algo más lejos pero también habituales de visitar, como es el caso de Niágara.

Cuadernos canadienses (II): alrededores de Toronto

De relax en la isla frente al lago

Si empezamos por lo que está más cerca del centro, lo más lógico es visitar Toronto islands, que además es una de las cosas más típicas que uno ve si pasa en la ciudad al menos un par de días. Aunque es una isla (en realidad varias), también es uno de los barrios de Toronto, y lo más práctico es llegar hasta ella en ferry; los barcos salen de la terminal Jack Layton, que no está muy lejos caminando desde la CN Tower. Los horarios de salidas y llegadas suelen varíar según la época del año en la que vayamos, así que lo mejor es comprobarlo siempre en las taquillas antes de comprar los billetes. También hay que tener en cuenta que aunque el trayecto más concurrido es el que va a Centre island, deberemos asegurarnos de que no hemos cogido un billete para Hanlan's Point, que está en otro extremo de esta isla principal, o incluso para Ward's island (y alguna otra isla más que hay en la zona). En todos estos sitios hay siempre algo que hacer, lugares donde tomar algo, parques y hasta playas, pero lo advierto por si acaso alguien no cae en la cuenta y aparece en la isla que no quería.

Cuadernos canadienses (II): alrededores de Toronto

Esperando el ferry para volver

Una vez en la isla central, a la que se suele llegar en menos de 15 minutos, podremos recorrerla a nuestro antojo, con la única limitación de que los vehículos de motor tienen prohibido circular por allí. Es incluso posible pasar en la isla el día entero, ya que hay un parque de atracciones, una granja escuela, unos cuantos restaurantes y cafeterías y hasta locales en los que se pueden organizar eventos. Es muy habitual, lógicamente sobre todo en verano (en invierno en muchas ocasiones el lago se llega a congelar), ver a grupos de familias con niños, y sobre todo cruzarse con gente que recorre la isla en bicicleta; además, tanto si te llevas tu propia comida para hacer picnic en cualquiera de las zonas verdes o de playa, como si vas a alguno de los numerosos chiringuitos que hay allí, ten mucho cuidado con las gaviotas; en cuanto te descuidas un poco ya las tienes al lado intentando robarte la comida, y además yo no sabía que tuvieran tan mala leche.

Cuadernos canadienses (II): alrededores de Toronto

Frente a la iglesia de San Elías

Hay un barrio a las afueras de Toronto, llamado Brampton, que está a unos 40 kilómetros pero pertenece al término municipal de la ciudad; de hecho el aeropuerto internacional de Toronto está muy cerca de aquí. Aunque claro, con las distancias que se manejan por estas latitudes, decir que un sitio está a 40 kilómetros, supongo que para un canadiense es lo mismo que decir que está aquí al lado.
Como suele pasar en la mayoría de ciudades de Canadá, Brampton no podía ser menos y tiene un montón de parques y zonas verdes; y aunque es una ciudad pequeñita, merece la pena callejear por el centro y perderse, porque hay un montón de edificios curiosos: galerías de arte, varios teatros, museos, la Brampton Historical Society, y hasta un monumento conmemorativo a los canadienses que lucharon en la guerra de Corea.
También en el propio Brampton hay un edificio precioso, la iglesia de San Elías, que por cierto fue en la que bautizaron a mi sobrino. Además, la primera vez que la visitamos tuvimos la suerte de ver el edificio original, porque es una iglesia hecha de madera y hace algunos años hubo un incendio que la destruyó por completo. La que se puede visitar si vamos por allí ahora es una reconstrucción mucho más moderna.

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De picnic en Fergus

No muy lejos, a unos 70 kilómetros, hay dos pueblecitos muy chulos que menciono juntos porque están prácticamente pegados; de hecho comparten incluso organismos como la biblioteca pública, el teatro municipal o el museo del condado. Se trata de Fergus y Elora, también pequeñitos, del mismo estilo que Brampton y con edificios históricos; uno de ellos es el del mercado de Fergus, una construcción de piedra con aspecto de antigua fábrica, que la primera vez que visitamos aún funcionaba como mercado pero actualmente lo que alberga es un centro comercial; con estos nuevos aires no lo he llegado a conocer, aunque imagino que el encanto que tenía el antiguo mercado no será el mismo de ahora...

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The Doll House, en Elora

Por su parte, lo más llamativo de Elora (al menos para mí) es la gran cantidad de tiendas de antigüedades que hay en el centro. Cualquier objeto de decoración que tengas en la cabeza, por más extraño que sea, estoy casi segura de que lo encontrarás. Y en Elora fue donde probé el helado de crema de cacahuete; bueno, y la crema de cacahuete, que hasta que viajé a Canadá por primera vez no la había probado nunca. Un edificio que me gustó muchísimo fue un molino antiguo que han convertido en hotel; y la mayoría de las tiendas que os digo son en realidad edificios que han sido rehabilitados.
Y por último, aunque está un poco más lejos y no exactamente en los alrededores de Toronto, lo cito aquí porque también es un clásico que por lo general se suele visitar. Imagino que es más habitual verlo desde el otro lado porque normamente hay más visitantes que van a las cataratas del Niágara desde Estados Unidos, pero en mi caso llegué a ellas por el lado contrario, desde Toronto al pueblecito que en Canadá se llama Niagara-on-the-lake y desde allí a las cataratas, que están justo en la frontera entre estos dos países. Es muy fácil distinguir de dónde viene cada uno, porque en el lado canadiense el impermeable que la gente lleva puesto es de color azul, y en el lado estadounidense es amarillo. En realidad esto es casi un parque temático, porque todo gira en torno a las cataratas; hay un montón de restaurantes, tiendas de recuerdos, un parque enorme, la torre Skylon desde la que hay unas vistas espectaculares no sólo de las cataratas sino de los alrededores, y de hecho si el día está despejado se ve la torre de Toronto, el parque acuático Marineland, que es muy famoso en Canadá... Y por supuesto la estrella del lugar, que es la desembocadura del río Niágara en el lago del mismo nombre. Se puede simplemente pasear por allí, subir a la torre, hacer picnic en el parque o comer en cualquiera de los restaurantes de la zona...

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Horseshoe falls

Pero claro, ya que estamos aquí lo suyo es animarse a subir al Maid of the Mist, el barco que te lleva desde la orilla canadiense del río hasta el pie de una de las cataratas (en este caso Horseshoe Falls, que es la que está en territorio de Canadá); y es para eso para lo que te tienes que poner el impermeable.
Estas cataratas no son ni las más altas ni las más espectaculares del mundo, y de hecho la caída que tienen es sólo de 65 metros; pero sí son las más voluminosas, y es que por ellas pasa toda el agua de los grandes lagos. Cuando llegas allí y las ves de lejos casi no se nota, pero cuando te vas acercando es increíble la anchura que tienen, que parece que no se acaben nunca. Y cuando estás en la cola, con tu impermeable puesto, para esperar a coger el barco, te das cuenta del estruendo que hace el agua al caer al río. El primer tramo es muy tranquilo y el barco apenas notas que está avanzando, pero cuando empiezas a acercarte al pie de la catarata, aquello se pone a moverse y a pesar del impermeable, no vas a poder evitar ponerte como una sopa.
El barco no puede meterse por debajo de la catarata porque con la fuerza con la que cae el agua supongo que sería inviable hacerlo con un montón de gente a bordo, pero es que además en realidad no puedes ni siquiera acercarte del todo; llega un momento en el que el agua te repele. No sé si poniendo los motores del barco a toda máquina podríamos llegar justo hasta el mismo pie de esta cascada, pero viendo que cuando ya estás muy cerca no puedes ni hablar, porque el estruendo del agua no te deja ni escuchar al que tienes al lado, me imagino que alcanzar la catarata está directamente descartado. Lo que no puedes descartar, hagas lo que hagas y te coloques en la zona del barco en la que te coloques, es empaparte de agua desde la cabeza hasta los pies...

Cuadernos canadienses (II): alrededores de Toronto

A los pies (casi) de Horseshoe falls


Y hasta aquí mis alrededores de Toronto, que por supuesto hay muchos sitios más pero estos fueron los que tuve ocasión de visitar.

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