Miércoles 19 de agosto. Dejamos Nuremberg después de comer y nos dirigimos a Bamberg, que está a unos 62 kilómetros; llegamos allí sobre las 5 de la tarde. No nos va a dar tiempo a visitar demasiados monumentos porque la mayoría de sitios cierra a las 6, pero haremos lo posible. Dejamos el coche en un aparcamiento que hay junto a uno de los puentes que cruza el río Regnitz y, como siempre, nos movemos a pie.
Hay quien dice que Bamberg es una de las ciudades alemanas más bonitas, y de hecho ha sido declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco. Está construida sobre siete colinas, por lo que algunos la conocen con el sobrenombre de "la Roma de Franconia". Esta ciudad también es famosa por su Rauchbier (cerveza ahumada).
Atravesando uno de los puentes que hay sobre el río, llegamos al casco antiguo (Altstadt) de la ciudad, que es donde dicen que radica el encanto de Bamberg, debido a la cantidad de edificios históricos, la mezcla de estilos arquitectónicos y la casi inexistencia de construcciones modernas. En su parte noroeste hay muchas casas típicas, con vigas de madera entramadas, que están situadas junto al río y por ello han hecho que esta zona sea también conocida como Klein Venedig (pequeña Venecia); además, el casco antiguo nos sorprende por la cantidad de gente que hay y por el ambiente tan bullicioso. No lo sabemos con seguridad, pero nos da la sensación de que lo mismo están preparando la Oktoberfest con un poco de antelación, porque al callejear por allí nos encontramos con un montón de puestos callejeros de comida y cerveza.
Dejamos atrás los tenderetes y nos dirigimos, en primer lugar, hacia la catedral (Dom), que abre de 9 a 18. Está situada en la Domplatz, en la orilla sur del río, y es la estructura dominante de la ciudad. Su construcción fue el resultado de un "duelo" entre el románico y el gótico, librado por los arquitectos de la época después de los dos incendios que acabaron con el edificio original, que databa del siglo XII. El elemento más destacado, y a la vez más misterioso, de la catedral es la estatua del Bamberger Reiter (jinete de Bamberg). Nadie sabe con exactitud a quién representa este caballero, aunque existen varias teorías e incluso se sabe que los nazis se valieron de su imagen para tomarla como símbolo de la perfección aria.
Justo enfrente de la catedral, cruzando la Domplatz, se encuentra el palacio episcopal, también llamado Neue Residenz. Se encuentra justo enfrente de la catedral, cruzando la plaza, y destaca su Rosengarten (jardín de rosas). El palacio episcopal está abierto de 9 a 18 horas de abril a septiembre, y de 10 a 16 de octubre a marzo. La entrada al edificio cuesta 4 euros, y al Rosengarten se puede acceder gratuitamente. Nosotros no es que tengamos especial interés por ver el interior del palacio, pero sí entramos al Rosengarten, desde el cual hay unas vistas espectaculares de los tejados rojos del casco antiguo.
Después nos dirigimos, por una cuesta muy larga y muy empinada (bueno, en realidad mi percepción de las cuestas es un poco subjetiva; con esto de estar en baja forma las veo peor de lo que son en realidad...), hacia el Kloster St Michael (monasterio de San Miguel), un antiguo monasterio benedictino que en la actualidad se ha rehabilitado como asilo de ancianos y que, por cierto, es uno de los que cita Adso de Melk en El nombre de la rosa.
Todo el exterior del monasterio está rodeado por unos jardines preciosos y realmente bien cuidados, y cerca hay una terracita que tiene pinta de ser super pija, viendo las pintas y los cochazos de la gente que está allí tomando algo. Damos la vuelta a todo el perímetro del monasterio y, nuevamente, nos encontramos con otro sitio desde el cual hay unas vistas estupendas de toda la parte antigua de la ciudad.
En uno de los rincones de la barandilla de piedra que rodea al monasterio, vemos que hay unas escaleras que bajan en dirección al casco antiguo; pero como no tenemos muy claro dónde nos llevarán exactamente, decidimos desandar nuestros pasos y volver por el mismo sitio por el que hemos llegado al monasterio. Tomamos la misma calle de antes, aunque esta vez se hace menos dura por aquello de que es cuesta abajo...
Llegamos de nuevo a la plaza de la catedral, y damos un pequeño rodeo por el Museo de la Historia, que está justo al lado. Eso sí, ya han cerrado y no podemos verlo por dentro. Para terminar nuestra visita a Bamberg, decidimos pasear un poco por el casco antiguo, por las calles en las que antes habíamos visto todas esas cervecerías ambulantes que tanto nos habían llamado la atención. El ambiente es aún más animado que a nuestra llegada a la ciudad.
Después caminamos por la orilla del río, hasta llegar a otro de los puentes que lo cruzan. Justo encima del puente se encuentra el edificio más emblemático de Bamberg, que sale en casi todas las fotografías y postales de esta ciudad: el Altes Rathaus (ayuntamiento antiguo). Es un edificio de lo más curioso, situado encima del río sobre dos puentes gemelos. La duda que me queda es la de saber qué pasará si un día el caudal del río se desmanda y le da por subir demasiado...
Volvemos a buscar nuestro coche, al otro lado del río, y nos disponemos a regresar a Maguncia; nos separan de nuestro campamento base unos 244 kilómetros, así que decidimos tomarnos el viaje de vuelta con calma. Dejamos Bamberg con la sensación de haber visitado una ciudad con mucho encanto, y totalmente recomendable para recorrerla caminando. Al día siguiente, es Kassel quien nos espera...