Como de costumbre, dejamos el coche en un parking y recorrimos la ciudad andando; además todo el Altstadt (centro histórico) es peatonal, así que las posibilidades de moverse por allí en coche son más bien pocas. Hay una curiosidad, y es que las placas con el nombre de las calles están pintadas en dos colores: unas son de fondo rojo y otras de fondo azul. Nunca recuerdo cuál es el color que indica cada cosa, pero por lo visto se pintaron así para que, durante la Segunda Guerra Mundial, los soldados supieran si la calle en la que estaban era paralela o perpendicular al río. Precisamente junto al río fue donde aparcamos, muy cerca del muelle desde el que salen los barcos que hacen las excursiones por el Rin.


Además de la catedral, una de las cosas que me apetecía visitar en Maguncia era sin duda el Gutenberg Museum (museo Gutenberg). Precisamente en esta ciudad fue donde nació, allá por el año 1398, Johanes Gutenberg, el supuesto inventor de la imprenta. Esto de si fue realmente él quien inventó la imprenta daría para muchas horas de conversación, porque según los expertos no está tan claro que fuera Gutenberg, que por lo visto era un poco espabilado y se copió del invento de otros... En cualquier caso y mientras los estudiosos no se aclaren, oficialmente fue él el artífice del invento, y fue gracias a él y a la asignatura "Historia del libro" por lo que Maguncia me sonaba y era una de las ciudades que quería visitar.

La visita al museo la puedes hacer todo lo larga que quieras; nosotros estuvimos allí dentro unas dos horas, pero es que no podía dejar de curiosearlo todo... La pena es que dentro no se pueden hacer fotos, ni con flash ni sin él, así que la única foto que tengo es de la entrada al museo. El horario es de 9 a 17 de martes a sábado, y de 11 a 15 los domingos. El precio de la entrada es de 5 euros. Si además quieres probar por ti mismo la tecnología de Gutenberg, puedes acceder a la Druckladen (imprenta), que allí te plantan una bata y te dejan una prensa para que hagas tus pinitos. Eso sí, esto hay que hacerlo previa cita, así que lo de plantarse allí a la aventura no puede ser. A la salida del museo tenemos la tienda, en la que casi me vuelvo loca porque había tantas cosas que no sabía qué comprar: imprentas en miniatura, imanes para el frigorífico, postales, láminas, cuadernos, material de papelería... Al final me decidí por una reproducción de una página de la Biblia de las 42 líneas, concretamente la que habla del apocalipsis. Toma ya.

Después del paseo, decidimos buscar un sitio donde comer para, a continuación, poner rumbo a Francia. Esto de visitar una ciudad con alguien que la conoce está muy bien, porque Mapi nos llevó a un sitio que no puedo dejar de recomendar. El lugar en cuestión es la cervecería Eisgrub, que está muy cerca del centro histórico, concretamente en Weissliliengasse 1. Aprovechando que nuestra última noche en Alemania la pasamos con ella, habíamos ido a cenar a este sitio el día anterior y hoy también comimos allí.
En Eisgrub sirven toda clase de comida típica alemana, pero su especialidad o platos estrella son dos, así que uno lo probamos para cenar y el otro al día siguiente para comer:
* Salchicha: pero no una salchicha cualquiera, no. En este sitio la especialidad es la salchicha de medio metro, y además acompañada de col y patata asada.* Codillo: he probado el codillo varias veces, pero en ningún sitio tan rico como aquí. Siempre había comido el codillo digamos normal, sin más floritura que el repollo y las patatas. Pero en este sitio, además, te lo ponen con una capa crujiente por fuera que está de muerte. Por cierto, con una sola ración de codillo comimos los tres. Además de que comimos bien, el sitio no resultó nada caro. ya que tanto la cena como la comida (incluyendo también las ensaladas y las bebidas) nos salió a unos 10 euros por persona las dos veces que fuimos.
Aprovecho también para hacer algunas aclaraciones que nunca está de más tenerlas en cuenta: en Alemania, si para beber pides agua, te la suelen poner con gas porque es bastante típico. Así que si no lo especificas, te la servirán con gas. Si la quieres sin gas, deberás pedir "ohne Gas Wasser, bitte" (el "gracias" y el "por favor" para todo, que desde luego da gusto lo correctos que son los alemanes).
Lo que más barato suele salir es siempre la cerveza, a ser posible en jarras de medio litro en adelante; no sé por qué pero tengo la sensación de que si pides una jarra más pequeña te mirarán raro. El agua no es tan cara, pero si pides alguna otra cosa como cocacola, fanta o cualquier otro refresco, prepárate para un buen rejonazo.
Cuando quieras pedir la cuenta, bastará con que le digas al camarero "Bezahlen" (pagar, así en infinitivo). Normalmente te preguntará: "Zusammen?" (¿juntos?). Siempre tienen la costumbre de preguntar si cada uno pagará lo suyo o si por el contrario lo pagarás todo junto. En cualquier caso, prácticamente todo el mundo en Alemania, salvo raras excepciones, suele defenderse bastante bien en inglés.
Y con esto y un bizcocho, se terminó nuestro viaje por tierras germánicas... Después de comer empezamos nuestro viaje de vuelta, en el que tenemos previsto parar a dormir una noche en Orleans y la siguiente en Oiartzun (los hoteles en San Sebastián, que es nuestra última parada, estaban imposibles de fechas y de precios).
Fotografías: Juan Martínez Jarque