Pompeya nos muestra la vida cotidiana de una ciudad romana del siglo I con sus 89 termópolios excavados para venta de comida preparada. Panaderías no hay tantas, nos adentramos solo en dos, pero las formas de sus molinos son interesantes: la piedra fija se asemeja a un paraboloide de revolución y la móvil se aproxima a un hiperboloide.
Las panaderías hacían el servicio más completo que las actuales: almacenaban en barro, molían y horneaban.
El redondeo y la imposibilidad de tallar un doble cono llevaba al hiperboloide de revolución. Los molinos harineros hidráulicos o de sangre desde la Edad Media se han venido haciendo con piedras cilíndricas. La forma del romano permitía que no fuera necesaria una pieza suplementaria para encauzar el grano pues se volcaba por arriba.
Los molinos pompeyanos eran de tracción animal (o humana) con una hendidura para colocar el brazo rotor de madera.