Revista Opinión

Cuál es la clave de la inteligencia (y por qué los autistas son tan brillantes)

Publicado el 05 junio 2013 por Martincalatrava

Tradicionalmente, la ciencia ha asociado la inteligencia con la velocidad mental, es decir, con la capacidad para administrar con velocidad una gran cantidad de información y poseer un amplio abanico de conocimientos que puedan ser aplicados en nuestra vida diaria. En definitiva, como ocurre en el caso del procesador de un ordenador, la inteligencia estaba directamente vinculada con la memoria y el número de conocimientos almacenados en el disco duro de nuestra mente. Sin embargo, una nueva investigación abre la puerta  a un nuevo paradigma, como algunos científicos han considerado. Este nuevo estudio, que se publicó la pasada semana en la revista científica Current Biology, indica que aquellos que tienen una mayor inteligencia son los que son capaces de ignorar la información superflua y centrarse únicamente en lo esencial. Lo importante ya no sería la cantidad de información, sino la calidad.

Según descubrió el grupo de investigadores de la Universidad de Rochester y de la Universidad de Vanderbilt encabezados por el profesor de ciencias cognitivas Duje Tadin, aquellos que tienen un coeficiente intelectual más alto son los que tardan más tiempo en procesar los movimientos de grandes figuras que se producen en el fondo de una imagen, puesto que su cerebro está programado para ignorar dicha información. Por el contrario, son capaces de identificar con una velocidad mucho mayor el movimiento de los pequeños objetos en primer plano. Este puede ser uno de los factores decisivos a la hora de identificar cuáles son los cerebros que funcionan de manera más eficiente, indicaban los investigadores en el estudio, llamado A Strong Interactive Link Between Sensory Discriminations and Intelligence.

Centrándonos en lo que importa (y despreciando lo demás)

En opinión de Michael Meinick, uno de los responsables del artículo científico, los resultados no dejan lugar a dudas. “Partiendo de las investigaciones previas, esperábamos que todos los participantes fuesen igual de malos a la hora de detectar los movimientos en de las grandes imágenes, pero aquellos con mayor coeficiente eran mucho, mucho peores”. El autor recordaba que ello no debía verse como un déficit cognitivo, sino todo lo contrario, ya que a la hora de conducir un coche, entrar en una habitación o caminar por un corredor el movimiento en primer término es lo más importante.

Ignorar este tipo de estímulos nos permite centrarnos en las amenazas que tenemos más cercaLos investigadores recuerdan que en la adaptación del hombre en la naturaleza es vital que este sea capaz de obviar los movimientos de grandes objetos que se producen en el fondo (como puede ser el viento meciendo las copas de los árboles o las nubes avanzando por el cielo), puesto que por lo general se encuentran lejos y no pueden causarle daño. Sin embargo, es el movimiento cercano y de pequeños cuerpos lo que marca la diferencia ya que, en definitiva, es aquel que percibiríamos si un animal salvaje nos atacase.

A medida que el coeficiente de los investigados aumentaba, también lo hacía su capacidad para ignorar los movimientos del segundo plano. Los investigadores han dado el nombre de “índice de supresión” (o “suppression index”) a esta capacidad de discriminación de estímulos que hallaron tras analizar cómo respondían sus investigados a la visualización de un vídeo en el que barras de colores blanco y negro se desplazaban de izquierda a derecha en primer o en último término, como se puede apreciar en el vídeo.


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