El nuevo orden urbano hace que las ciudades tengan, desde hace años, dos espacios bien diferenciados. Uno destinado para los peatones y otro para el tránsito del tráfico rodado y en esas están unos y otros, en intentar que la convivencia sea lo más apañada posible.
Por eso nos impacta muchas veces cuando revoloteamos por las fotografías antiguas de Madrid cuando vemos por ejemplo, a la gente caminar junto a monumentos como la Puerta de Alcalá o Cibeles, con total libertad y sin miedo. ¿El motivo? El tráfico era muy pequeñito y entonces ambos compartían una misma zona de confort.
Pero con el aumento creciente del número de coches, los peatones fueron viendo reducido su espacio vital a las aceras. Hoy quien no pasea por ellas se expone a una tragedia inminente pero hace no mucho, no todas las calles de la Villa las tenían. Poco a poco su existeencia se fue normalizando pero ¿Cuáles fueron las primeras calles de Madrid en tener aceras? Ambas, muy céntricas y conocidas: Montera y Carretas, afluentes de la Puerta del Sol. Ya en el Siglo XVII estrenaron una moda que luego se propagó por toda la capital.