¿Cúales son los Síntomas de la Mononucleosis ?
Llamada comúnmente “la enfermedad del beso”, la mononucleosis es una infección vírica que se transmite a través de la saliva y el contacto íntimo. Es más frecuente en adolescentes, sobre todo entre los 15 y 18 años, aunque puede contagiarse cualquier persona de cualquier edad. La mononucleosis infecciosa suele estar causada por el virus de Epstein-Barr, aunque en ocasiones son otros los microorganismos responsables, como el citomegalovirus. El periodo de incubación puede ser de uno a dos meses, y el virus permanece activo durante meses, con lo que puede contagiarse a través de la saliva. Sin embargo, en la mayoría de casos se trata de una enfermedad sin trascendencia y el contagio no es tan habitual como en otras enfermedades infecciosas. Por eso no es necesario mantener aislamiento alguno.
Los síntomas más evidentes de una mononucleosis suelen ser la fiebre, la somnolencia, la falta de apetito, el dolor de garganta y la inflamación de los ganglios linfáticos del cuello y de la axila, que pueden responder dolorosamente al tacto o simplemente al tragar saliva. Las amígdalas se inflaman y quedan cubiertas con una película blanquecina o amarillenta. También puede aparecer una erupción muy similar a la del sarampión, fatiga extrema, dolores musculares –en ocasiones con rigidez en algunos puntos– y las erupciones cutáneas. Como síntomas menos frecuentes aparecen la tos, el dolor de cabeza, dificultades para respirar normalmente, sangrado de la nariz y sensibilidad a la luz.
Ante estos síntomas, el médico hará un examen de sangre para contabilizar los glóbulos blancos o linfocitos (en caso de mononucleosis infecciosa los niveles son mucho más altos de lo habitual) y una prueba de anticuerpos, que además permitirá recabar información sobre el estado de la infección y diferenciar la mononucleosis infecciosa de otras patologías con síntomas parecidos, como las amigdalitis causadas por estrepotococos, que precisan de un tratamiento adicional.
La mononucleosis suele curarse en unas cuatro semanas, en ocasiones algo menos, aunque el cuadro de cansancio puede prolongarse hasta seis meses después de la infección. El tratamiento suele basarse en analgésicos para calmar el dolor, medicamentos para bajar la fiebre y hacer mucho reposo. La administración de antibióticos únicamente se prescribe si existen infecciones bacterianas secundarias.
En realidad, una de las características de la mononucleosis infecciosa es la necesidad que provoca de descansar durante gran parte del día. Ingerir muchos líquidos para asegurar una correcta hidratación del organismo, y calmar el dolor de garganta con gárgaras de agua caliente con sal también son dos buenas formas de ayudar a superar esta infección.
Los dos órganos más afectados por la mononucleosis infecciosa son el bazo, que se inflama con frecuencia, y el hígado, que puede provocar un tono amarillento en la piel. Sólo en casos extremos hay complicaciones con alguno de estos dos órganos, como una hepatitis o una rotura de bazo. Por eso es importante evitar el ejercicio durante la infección. No existe vacuna para la mononucleosis infecciosa y se estima que la mayoría de la población está inmunizada a la enfermedad por haberla pasado de niños, una circunstancia muy frecuente y benigna. Haber padecido una vez la enfermedad inmuniza durante toda la vida.