¿Cúales son los síntomas del Lupus?
El lupus es una enfermedad autoinmune, en la que el cuerpo ataca las células sanas, no los gérmenes. El sistema inmunitario pierde el control y en lugar de combatir virus y bacterias, ataca los tejidos sanos de las articulaciones, la piel, los riñones, el corazón, el cerebro, los pulmones y los vasos sanguíneos, entre otros órganos vitales. El lupus no es contagioso, por lo que no es necesario observar medidas higiénicas o conductuales para evitar su propagación.
¿Qué tipos de Lupus existen?
Existen muchos tipos de lupus:
- Lupus eritematoso sistémico, el más común y que puede afectar a distintas partes del cuerpo, como el cerebro, el corazón, los riñones o los pulmones.
- Lupus eritematoso discoide, que causa sarpullidos rojizos en la piel o el cuero cabelludo y es muy difícil de curar.
- Lupus eritematoso cutáneo subagudo, que provoca llagas en la piel durante la exposición al sol.
- Lupus secundario, provocado por la toma de algunos fármacos, algunos prescritos para afecciones cardiacas.
- Lupus neonatal, una enfermedad rara que puede afectar a los recién nacidos.
Los síntomas del lupus pueden variar mucho de un paciente a otro, aunque se consideran comunes el dolor en las articulaciones con o sin inflamación; dolor muscular, erupciones cutáneas rojizas, habitualmente con forma de mariposa y en la cara; cansancio, sensibilidad al sol y fiebre de origen desconocido. También pueden ser síntomas el dolor de pecho al inspirar profundamente, notar hinchazón en la zona ocular o en las piernas, tener morados (o pálidos) los dedos de las manos y de los pies, y perder el cabello. Con menos frecuencia, algunos lupus presentan dolores de cabeza, sensación de mareo y una reducción en los niveles de glóbulos rojos (anemia). Sin embargo, la sintomatología del lupus puede presentarse en cuadros muy diversos y no es probable que se den todos los síntomas a la vez, ni los mismos en cada brote. Una de las características del lupus es esa diversidad de síntomas.
En algunos casos, el lupus provoca cuadros de depresión, pérdida de memoria o dificultad para pensar y concentrarse. En los casos más agudos, pueden darse convulsiones inexplicables o alucinaciones.
El lupus es muy difícil de diagnosticar y en algunas ocasiones puede llevar años dar con la enfermedad. Los médicos llaman a esta enfermedad “el gran imitador” por su capacidad de confundirse con otras patologías. Puede diagnosticarse a través de un análisis de sangre y biopsias del tejido cutáneo y los riñones, aunque no existe una prueba específica que detecte concretamente la presencia del lupus.
El objetivo del tratamiento es la de prevenir los brotes, intentando reducir el daño a los órganos vitales del cuerpo, sobre todo riñones y las articulaciones. Por esta razón el enfermo puede ser tratado por diferentes especialistas en función del tipo de lupus que se trate: reumatólogos (articulaciones), nefrólogos (riñones), dermatólogos (piel), cardiólogos (corazón y sistema cardiovascular), hematólogos (sangre)… Todos estos especialistas suelen quedar coordinados por el médico de cabecera, que cuenta además con los psicólogos, fundamentales para una atención óptima de la enfermedad.
El lupus no se puede curar, pero un tratamiento adecuado puede mejorar mucho la calidad de vida y, sobre todo, minimizar la aparición de los brotes. Cuando se padece la enfermedad, es importante saber reconocer los síntomas de un brote, para entender la situación y actuar en consecuencia. Con frecuencia, el brote de lupus avisa con fiebre, erupciones en la piel, malestar estomacal, mareos o dolor de cabeza.