Las madres somos una especie aparte, dentro del ser humano, con ciertos dones o poderes que nos son otorgados en el mismo momento en el que damos a luz. Es algo inherente a la maternidad (no a la paternidad, que quede bien claro). Son los llamados superpoderes de una madre.
Principalmente hay unos dones básicos que todas las madres tienen, aunque luego cada una tengan algunos particulares.
Superpoderes de una madre:
Memoria visual.
Aun no encontrándonos en casa, estamos dotadas del poder de saber dónde se encuentra cada cosa, hasta el punto de saber que el termómetro está dentro del neceser de color gris que está dentro de la bolsa del carrito que está en el cuarto de la niña dentro del armario en la parte de la izquierda. Todo ello sin necesidad de verlo. Esto es aplicable a cualquier cosa de la casa, incluidas las cosas de tu pareja.
Superoído.
Una madre es capaz de detectar el más mínimo balbuceo de su bebé aún encontrándose en un concierto de Iron Maiden. Antes de ser mamás ya podía caer una bomba atómica que dormíamos cual marmotas y ahora con un simple tosido nos despertamos sobresaltadas en pie de guerra. Este superpoder tiene una “pequeña” desventaja: cuanto mejor superoído se tiene, mayor serán las ojeras (otra maravillosa cosa inherente a la maternidad, ya comenté que gracias a esto nos ahorraremos el disfraz de carnavales).
Paciencia ilimitada.
Así es. Las mamás, aunque parece que vivimos aceleradas e histéricas, tenemos el poder de aguantar desde rabietas sin sentido hasta horas de comida sin llegar a despeinarnos siquiera. Eso sí, sólo aplicable a nuestros retoños. Abstenerse parejas, jefes y suegras.
Salud de hierro.
Al igual que los autónomos, las madres nunca enferman. Así es. Podemos tener un trancazo, gastroenteritis o cualquier virus (previamente contagiado por el bebé, por supuesto) que no disponemos de tiempo para recuperarnos, por lo que no podemos enfermar. El otro día me estaba mareando y me tumbé en el suelo y a mi hija no se le ocurrió mejor idea que venir corriendo a tirarse encima de mí mientras se reía como una loca. Intenté que se entretuviese con algún juguete mientras me recuperaba pero ella prefirió ponerse encima a botar cual amazona.
Dotes premonitorias.
Sabemos lo que va a ocurrir. Sí, este don no es aplicable a nuestra vida pero sí a la de nuestros vástagos. Predecimos cuando se va a caer, tropezar o va a liar alguna incluso antes de que se le haya pasado por la cabeza la maldad del día.
Interpretación.
Independientemente de los idiomas que hablemos, tenemos una extraordinaria capacidad para interpretar cualquier gruñido por muy parecido que suenen. Distinguimos un “eeh” de un “eaeh” y de un “eaeoh”.