Cualidades de un intérprete profesional de idiomas.
En un mundo cada vez más globalizado, en el que la comunicación juega un papel fundamental en las mediaciones entre países, empresas y personas individuales, los intérpretes de idiomas se sitúan como profesionales imprescindibles y muy valorados en cada vez más ámbitos.
A menudo, las dificultades que entraña su trabajo hacen que los intérpretes de idiomas tengan un perfil muy definido y unas cualidades muy concretas que se ganan con la práctica y la experiencia, pero que también dependen en gran medida de ciertas habilidades personales:
Dominio de los idiomas pasivos y activos: El intérprete de idiomas debe conocer a la perfección su lengua materna o activa, y tener una compresión muy alta de la lengua pasiva (es decir, aquella a traducir). Ello implica una gran riqueza de vocabulario y capacidad para comprender sus diferentes matices.
Capacidad de retención: A menudo, los intérpretes deben retener mucha información antes de poder transmitirla, por lo que la memoria a corto plazo juega un papel fundamental a la hora de realizar su trabajo. Una buena capacidad de concentración o una técnica efectiva para tomar notas son unos de los mejores aliados de los intérpretes.
Capacidad de síntesis: La traducción palabra por palabra no es la más recomendable, por lo que el intérprete adapta el mensaje a la lengua a traducir de forma clara y concisa.
Conocimiento de la actualidad y de diferentes temas: Los intérpretes profesionales tratan a menudo temas de actualidad, por lo que la constante formación y el hecho de informarse previamente caracterizan al buen intérprete de idiomas.
Buena dicción: Es importante que el intérprete tenga una buena dicción, una correcta pronunciación y sepa proyectar su voz de forma clara.
Debido a las características de su trabajo, que exige concentración, el dominio de varias lenguas y el seguimiento de la actualidad, los intérpretes son normalmente personas ágiles y despiertas, que nunca dejan de aprender.