La ley de Murhpy una vez más tiene razón. El día que le conozca le voy a cantar las cuarenta al tio cenizo.
No contenta con no tener tiempo más que para respirar, y da gracias que es algo mecánico y automático que sino a saber dónde estaría, un día al llegar a casa mi receptor wifi decidió morir. Solamente tenía dos años, pero se ve que pensó que ya lo había hecho todo en la vida.
En un primer momento no supe si era el receptor, internet en general o mi ordenador. Y no sé cuál de las tres opciones me asustaba más. Después de comprobar que internet no era, llamé a mi hermano, el Bio-Tecnológico –es que él es muy ecológico y muy sano-, y llegamos a la conclusión de que era el receptor. Así, al día siguiente me fue a comprar uno nuevo –también es así de majo- y me lo dejó en casa.
Yo estaba contentísima, porque así podría seguir haciendo cosas, es lo malo de ser 2.0, que vives y trabajas en red, y no te alimentas por USB no sé por qué, bueno yo sí sé por qué, porque me gusta la comida de mi madre, está más sabrosa que los bytes. Pero cuando llegué a casa, me quedé con el chasco. ¡No funcionaba!
Normal… para instalar el nuevo receptor de wifi hay que instalar un CD. Problema: mi lector de cd’s del ordenador lleva roto unas semanas, como no lo usaba mucho, no tenía prisa por arreglarlo, pero ahora qué… Ahora a aguantarse.
Estaba llegando a la máxima resignación cuando se me encendió una bombilla, concretamente la del vecino de enfrente, que me ilumina la habitación entera. Pero después se me ocurrió que mientras mandaba a arreglar mi querido ordenador, me podría poner mi antigua CPU. Estaba de sujetapapeles, esperando su segunda oportunidad, y mira por donde le llegó.
Así que ahora estoy con un ordenador que me va a pedales, con una conexión a internet que dada la vejez de la CPU le cuesta arrancar y una desesperación que me hace casi arrancarme los pelos, aunque todavía no me ha dado por quedarme calva.
Vamos, que tengo que aprovechar los ratos de clase –¡que no se entere nadie!- y en casa, pues lo que hacía antes en 10 minutos ahora lo hago en 30, con mucha paciencia. Que no os extrañe mi larga ausencia, aunque sé que no me echáis mucho de menos.
Actualización a día de hoy: como no pude publicar esta entrada por problemas técnicos, anuncio que estoy de vuelta, que gracias al señor majo de la tienda de informática del barrio, lo tengo todo solucionado.
A lo que yo me pregunto, ¿qué pasará el día que me mude o que se jubile? Estoy perdida...