Puedes buscar descanso o diversión. Puedes venir solo, en pareja, con amigos o con niños. Y en cualquier época del año. Gijón nos ofrece buenos motivos para escaparse, por su pasado romano, sus museos y su patrimonio, por ser un municipio verde, por su intensa vida cultural, por su gastronomía, por sus zonas de tapeo, por la variedad de su comercio, y sobre todo, por su situación privilegiada cara al mar, siempre presente.
Son casi siete los kilómetros de litoral, desde las playas de Poniente y del Arbeyal hasta La Providencia, los que puede el viajero recorrer, paseando por el puerto deportivo, perdiéndose en el antiguo barrio de pescadores, Cimadevilla, asomándose al cerro de Santa Catalina, con el Elogio del horizonte, de Chillida, sobre los acantilados, finalizando en la playa de San Lorenzo.
Resulta obligado perderse por las plazas y calles del Barrio de Cimadevilla, lugar de pescadores y marisqueras. Podemos empezar en la iglesia Mayor de San Pedro, situada al fondo de Campo Valdés y terminar la ruta en la plaza del Marqués. Habrás tenido tiempo de visitar el museo de las Termas Romanas, el palacio de los Valdés, el Museo Casa Natal de Jovellanos , la capilla de los Remedios, la Casa de Nava, la Torre del Reloj, la plaza de la Corrada, el palacio de Revillagigedo, convertido hoy en Centro Internacional de Arte Contemporáneo, la rula y el puerto deportivo.
El paseo por el Jardín Botánico Atlántico , situado apenas a dos kilómetros del centro de la ciudad, es también muy recomendable. Son casi 30.000 plantas de hasta 2.000 especies diferentes. Un domingo al mes el jardín se convierte en un verdadero escenario de cine, en el que descubrir los diferentes oficios del arte de la cinematografía.
Los chigres, como se denomina aquí a las sidrerías, abundan en Cimadevilla, el entorno de la plaza Mayor o Begoña.
Instalado en los antiguos edificios de la antigua Universidad Laboral, LABoral Centro de Arte y Creación Industrial se ha convertido en un moderno espacio destinado al intercambio artístico más vanguardista, un centro para la interacción entre el arte y la creación industrial. Muestra numerosas exposiciones y acoge espectáculos de vanguardia en el rehabilitado teatro. También se puede acceder al mirador abierto al público en lo alto de su torre de 74 metros de altura. La panorámica de Gijón es perfecta.
El Acuario es otro de los lugares imprescindibles de una ruta completa. Nutrias, esturiones, pingüinos, tortugas, tiburones de casi tres metros y hasta voraces pirañas son algunos de los 5.000 animales que conviven en él. Un espacio lúdico ideal para recorrer con los niños y en el que decubrir 60 acuarios tanto de agua dulce y como salada para conocer al detalle la flora y la fauna de los mares del mundo.
Hay que acercarse finalmente al mirador del parque de La Atalaya y ver de cerca la poderosa escultura de Eduardo Chillida, el Elogio del Horizonte, que ya se ha convertido en el emblema de Gijón. Las praderas llegan hasta el borde en el cerro de Santa Catalina, luego está el mar. Aquí, esta obra de hormigón juega con los vientos mientras contempla la línea del horizonte, en la que el mar se confunde con el cielo.
El concejo de Gijón es uno de los que más lagares tiene de todo Asturias y al recorrer la ciudad se nota, especialmente en determinadas zonas de la ciudad. Los chigres, como se denomina aquí a las sidrerías, abundan en Cimadevilla, el entorno de la plaza Mayor o Begoña. También cuenta Gijón con gran cantidad de cafés. Muchos de ellos destacan por tener una personalidad propia, expresada casi siempre por la decoración o por las actividades que ofrecen: música, exposiciones, jazz, cine... Destacan el Dindurra, el Gijón, el Anticuario o el Ámbar Café.
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