Revista Cultura y Ocio
Hace algunos días unas amiga me confesó cuán curioso era que
con su grupo de amigos solía hablar muy poco,
mientras que conmigo le era casi
imposible callarse. Entusiasmado, pensé de inmediato en que debía estar
flirteando, coqueteando, ligando conmigo. Segundos después añadió con
naturalidad que, por supuesto, eso se debía a que a mí sí me gustaba leer. Aunque eso cortó mi
entusiasmo y