En pleno siglo XXI se debate habitualmente sobre el liderazgo actual y muchos profesionales argumentan de forma categórica que tenemos escasez de buenos líderes.
Para mí, el liderazgo es cuestión de acción y no de posición. Es decir, muchas personas piensan que ser líder viene acompañado
de ocupar una posición prominente dentro de una organización. Para comenzar, el hecho de ser miembro de la cúpula directiva de una compañía no significa ser líder en el sentido de ser un referente para el resto de los miembros de su compañía. Las personas que piensan que el liderazgo lo da el puesto que ocupemos están equivocadas y ancladas en posiciones de otras épocas.El liderazgo actual significa demostrar muchas cosas de forma viva, independientemente de la posición que se pueda ocupar. Da valor a la interactuación donde el trabajo en equipo quita protagonismo a las acciones individuales. Cualquier persona de la organización puede tomar decisiones necesarias, fruto de la confianza, creatividad e iniciativa. En la actualidad, cada vez existen más líderes anónimos que consiguen gestionar a la perfección un área de la organización porque se prima la especialización.
Obviamente, las personas que son seguidas porque dan ejemplo y son los primeros que están arrimando el hombro suelen llegar a tener una posición estratégica importante dentro de las organizaciones.
Los líderes del futuro son los que piensan más en global y menos en individual. También saben recompensar y cuidar a todos sus miembros por igual. Permiten desarrollar ideas y carreras porque quieren que cada persona de su equipo llegue al máximo de su potencial. Por otro lado, saben que se pueden equivocar como cualquier otra persona y, por la tanto, son conscientes de que las mejores soluciones pueden venir de cualquier miembro de la organización o del equipo. Para un buen líder, el aprendizaje conlleva errar para evolucionar y es comprensivo con ello porque él es el primero que se ha equivocado en multitud de ocasiones y ha aprendido la lección con práctica, algo que le ha permitido llegar a ser un buen líder.
De la misma forma, los líderes del futuro son conscientes de que ellos no pueden saber ni ser buenos en todo por lo que no dudan de rodearse de personal con valía y talento en una heterogeneidad de disciplinas para complementarse y coordinarse en cada momento.
Creen en las personas firmemente y son conscientes de que todos los miembros de sus equipos son valiosos y necesarios para alcanzar el éxito. La comunicación y la escucha son el estandarte que inculca en sus equipos. Aprecian la crítica constructiva, siempre que se haga con respeto, porque las diferencias pueden hacer surgir interesantes ideas fruto del debate generado entre todos los participantes.
No permiten las malas prácticas dentro de sus equipos porque la envidia, el egoísmo y las artimañas de otras personas no son válidas para desarrollarse profesionalmente. Se prima que el talento de las personas sea invertido en cosas productivas.
Sin embargo, aun quedan muchos jefes de antaño, donde la posición es lo que prima y la acción la llevan a cabo sus súbditos por lo que ellos no se equivocan aunque las órdenes vengan de su parte. Para esos jefes posicionados, lo que les importa es el seguimiento incondicional de los miembros de sus equipos sin que les gusten las personas que sobresalen porque, lógicamente, ponen en peligro su estatus de inactividad ya que tienen ideas propias y eso no gusta.
Los parámetros del líder cambian día a día y con más frecuencia, se buscan nuevas competencias y valores que nada tienen que ver con jerarquía y sí con estrategia y capacidad de gestión.
¿Cuándo abundaran los líderes de la acción y no de la posición?