Hoy
veremos la diferencia entre intoxicación
alcohólica aguda, abuso de alcohol
y dependencia del alcohol, y cómo
evolucionan los problemas con la bebida.
Las personas con una dependencia del
alcohol en sentido estricto no pueden volver a consumir ni una gota de alcohol
en su vida, pero hay otro tipo de bebedores excesivos que pueden beneficiarse
de los programas de bebida controlada.
Veremos en qué consisten, cuáles son las reglas de bebida que deben seguir, y a
qué personas van dirigidos estos programas.
Veamos
cómo define estos términos Enrique Echeburúa (2001):
INTOXICACIÓN
ALCOHÓLICA AGUDA:
Se
produce tras la ingestión excesiva de alcohol. Aparece a los pocos minutos de
la ingesta. Se manifiesta en una primera fase en un estado de excitación y
euforia, acompañado de locuacidad. En una segunda fase suelen aparecer
descoordinación de movimientos, marcha inestable, lenguaje farfullante,
conductas violentas, inestabilidad emocional, comportamientos sexuales
inadecuados, suspicacia, deterioro de la atención y de la capacidad de
juicio,….. Por último, si se continúa con la bebida, la inconsciencia puede
aumentar hasta llegar al coma e incluso la muerte.
Cuado se
bebe una cantidad excesiva de alcohol durante un corto periodo de tiempo suele
aparecer la resaca, resultado de la deshidratación que afecta a las células
cerebrales, entre 8 y 12 horas después de la ingesta.
ABUSO DE
ALCOHOL
Podemos
hablar de abuso de alcohol cuando se consume habitualmente esta sustancia por
encima de los límites establecidos. Si bien no hay una dependencia todavía
clara respecto al alcohol y la vida cotidiana es aparentemente normal.
Comienzan a ser habituales las borracheras, las conductas disfuncionales (en
casa, en el trabajo, en la vida social) y la utilización del alcohol como
estrategia de afrontamiento ante cualquier contratiempo surgido. La ingesta es
cada vez más frecuente y en dosis cada vez mayores.
Las
pautas de bebida de estas personas – frecuentemente jóvenes- se caracterizan
por ser excesivas, pero suelen estar limitadas a los fines de semana o a
acontecimientos festivos concretos. Sin embargo con el paso del tiempo esta
limitación temporal comienza a desdibujarse y los excesos ya no se reducen sólo
a los días de fiesta. Siempre se
encuentra un pretexto adecuado para beber: invitar a alguien, festejar una
alegría, olvidarse de un suceso desagradable, combatir el frío o pasar el rato.
DEPENDENCIA
DEL ALCOHOL
Muchos
bebedores excesivos se van a convertir al cabo de unos años en alcohólicos. Al
igual que en otras adicciones aparecerán varios fenómenos como son la tolerancia,
la dependencia y el síndrome de abstinencia. Veamos cómo se
manifiestan éstos y otros síntomas del
alcoholismo:
- Pérdida
de control respecto a la bebida (cantidad consumida, frecuencia…)
- Dependencia:
necesidad ineludible e imperiosa de consumir alcohol en diversos momentos del
día y ante acontecimientos evocadores de tensión, para reducir la sensación de
malestar físico y psicológico que produce no hacerlo.
- Síndrome
de abstinencia: La ausencia de alcohol en el organismo durante unas horas (8 a 12h) genera un síndrome de
abstinencia con unas sensaciones físicas y psicológicas tan acentuadas y
desagradables que llevan al sujeto a beber de nuevo alcohol para evitarlas.
Algunas de estas sensaciones son: sudor, taquicardia, calambres, temblores en
las manos, náuseas, diarreas, insomnio, ansiedad, irritabilidad, cansancio,
bajo estado de ánimo… y en síndromes de abstinencia más graves pueden llegar a
aparecer ideas delirantes y alucinaciones de carácter desagradable (es típico
ver pequeños animalitos trepándoles por el cuerpo).
- Es
típico beber alcohol nada más levantarse por la mañana, ya que el organismo
lleva unas 8 horas sin consumir la sustancia y comienzan los síntomas del
síndrome de abstinencia.
- Tolerancia
al alcohol: el organismo necesita la ingesta de alcohol a dosis cada vez
mayores para obtener el mismo efecto deseado. El resultado es un aumento
progresivo de la cantidad de alcohol consumido.
-
Abandono
progresivo de otras fuentes de satisfacción
-
Pérdida
del trabajo, de la familia o de los amigos por culpa de la bebida.
-
Déficit
de memoria a corto plazo (olvidos y despistes)
- Negación
de la enfermedad, autojustificación y recurrir a la mentira continuamente con la
gente que le rodea.
Antes de
establecer el programa de intervención hay que definir el objetivo terapéutico
que buscamos: la abstinencia total o la bebida controlada. Los alcohólicos en
sentido estricto no deben entrar en contacto nunca más con las bebidas
alcohólicas. El objetivo será la abstinencia
total en los siguientes casos:
- dependencia
física y psicológica del alcohol
- deterioro
físico considerable
- historial
de recaídas frecuentes
- existencia
de otros problemas psicopatológicos como depresión, abuso de drogas, trastornos
graves de personalidad…
- toma
de medicamentos contraindicados con el
uso de alcohol
Sin
embargo hay bebedores excesivos que no son propiamente alcohólicos o que rechazan
la abstinencia total. Entonces el objetivo terapéutico es la bebida controlada.
Las personas que pueden beneficiarse de
este programa de bebida controlada son:
-
personas
jóvenes que difícilmente van a renunciar a probar el alcohol de por vida
-
inexistencia
de contraindicaciones médicas o trastornos emocionales graves
-
ausencia
de consumo de otras drogas
-
apoyo
familiar y social
-
estabilidad
laboral
-
existencia
de un cierto control de los impulsos
-
historia
de consumo de alcohol relativamente corta
¿EN
QUÉ CONSISTE EL PROGRAMA DE INTERVENCIÓN DE BEBIDA CONTROLADA?
Se suele
pasar por un periodo de abstinencia total de alcohol de dos o tres semanas
antes de comenzar con el programa. Tras este periodo de abstinencia la duración
del programa oscila entre 10 y 12 semanas, tras las cuales se hará una primera
valoración, y si cuenta con éxito total, se le hará un seguimiento de un año.
REGLAS DE
BEBIDA que debe cumplir:
-
beber
como máximo 3 días a la semana
-
no
consumir más de 40 gramos (20 en mujeres) los días de bebida
-
beber
en compañía y en el transcurso de las comidas o inmediatamente después
-
beber
en lugares diferentes de los habituales
-
acudir
a las sesiones de terapia sin beber
-
nunca
beber cuando se sienta deprimido, irritable, preocupado… sólo cuando se encuentra bien
-
comenzar
a beber una hora más tarde lo habitual
-
no
volver a servirse hasta que uno haya acabado el vaso o copa (para controlar lo
que se bebe)
-
dejar
el vaso en la mesa entre sorbo y sorbo
- tardar
al menos 15 minutos en tomarse cada consumición alcohólica y consumirla en no
menos de 6 sorbos
- intercalar
en las sobremesas largas o acontecimientos festivos alguna bebida sin alcohol
(un refresco, agua, …)
-
cambiar
el tipo de bebida habitual a otros de menor graduación
-
evitar
en lo posible la presencia de gas carbónico en las bebidas alcohólicas
También
es muy importante enseñarle a rechazar copas cuando se las ofrezcan y aprender
nuevas formas de pasar el tiempo que no impliquen el consumo de alcohol.
Hemos
visto cómo se puede evolucionar (o involucionar, en realidad) desde el abuso de
alcohol a la dependencia del alcohol... así que ya sabes: si quieres evitar llegar a tener problemas
con el alcohol, bebe con moderación (siguiendo estas 6 normas para que beber alcohol no se convierta en un problema) y podrás disfrutar tooooda tu vida de tomar
las cervecitas de los viernes o un buen vino cenando con tu pareja o tus amigos
;)
BIBLIOGRAFÍA: Echeburúa,
E. (2001).Abuso de alcohol.
Madrid: Síntesis
Imagen cortesía de Naypong (FreeDigitalPhotos.net)
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