Un buen ejemplo son los centros o unidades de referencia, conocidos en España como CSUR, que deben "dar cobertura a todo el territorio nacional y atender a todos los pacientes en igualdad de condiciones independientemente de su lugar de residencia". Sin embargo, a diario nos encontramos con servicios que por su cuenta, se especializan en una determinada patología y asumen pacientes de otras comunidades autónomas. Una especialización no oficial, casi más por el prestigio que por otra cosa.
Otro ejemplo de los problemas de la falta de integración son los hospitales que crecen sin orden ni planificación: ¿cuando un hospital debe crear una nueva unidad? ¿y si el de al lado ya la tiene y aun puede atender más pacientes? ¿Merece la pena especializar a uno de los dos centros en esa patología o técnica concreta o mejor que los dos puedan hacerla? Y ya no es por el aspecto económico sino por la calidad del servicio que se presta. Lógicamente, una buena solución sería que algunos profesionales del segundo hospital pudieran trabajar x días al mes en el hospital que sí cuenta con la unidad y así perfeccionar la técnica. Pero, ¿es mejor crecer sin planificación? Aunque sinceramente en años recientes, la presión mediática ha conseguido que se pongan en marcha unidades que, según los estándares de planificación y de eficiencia, no serían necesarias (o al menos, antes debería haberse pensado la ampliación del servicio ya existente en el otro hospital). No obstante, el sentimiento de cercanía y el hecho de querer tener lo que ya tienen los vecinos son "razones" que juegan un papel muy importante.
Como dice el informe "Sistema sanitario: trabajar en red" del Consejo Asesor de Sanidad, es conveniente concentrar actividad alrededor de infraestructuras complejas, y propiciar la movilidad del profesional entre los centros para mantener su capacitación. Algo que avala también el informe de Monitor titulado "Exploring international acute care models". Pero es complejo poner en marcha este tipo de iniciativas, ya que salvo que se expliquen de forma adecuada y se planifiquen junto a profesionales y pacientes, el rechazo será unánime, puesto que el incrementalismo ha sido siempre el eje del funcionamiento de nuestro SNS y dar marcha atrás en eso cuesta (sobre dejar de hacer para hacer en otro lugar, nada como leer el libro "Reinversión: asignatura pendiente del sistema nacional de salud" que editó en 2014 la Fundación Gaspar Casal).¿Existe un verdadero control de la oferta sanitaria vía cartera de servicios? ¿Quien revisa la puesta en marcha de una nueva técnica o un nuevo procedimiento? La racionalización de la oferta no puede convertirse en una carrera para tener más y ser igual (o mejor) que el anterior. El tamaño sigue siendo la forma más común de comparar centros, y quizás, solo quizás, algún día comprobaremos que se trata de la forma más errónea. Y otro día hablaremos de integración con todos los niveles, tanto con atención primaria y comunitaria (por supuesto) como con servicios sociales y sociosanitarios. Mucho por hacer, sin duda. ¿Cuándo cambiarán los hospitales?