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Cuando casi todos somos antisistema

Publicado el 04 agosto 2013 por Bloggermam

el futuro es nuestro

Hace unos años el término antisistema era un mero calificativo despectivo con el que se designaba a grupos de personas jóvenes que no les daba la gana pagar impuestos, atender a las sacrosantas leyes de propiedad del imperio de los mercados, que no seguían los dictámenes de la moda de las grandes corporaciones que nos desnudan la cuenta corriente mejor de lo que nos visten y cuya imagen reivindicativa e insolente a algunos les incomodaba y a otros les infundía pavor.

Con el paso del tiempo aquellos jóvenes antisistema se han convertido en unos visionarios, quizás por pura casualidad o por la mera arrogancia que da la juventud. Pero independientemente del motivo está claro que hacían bien en denunciar, protestar y atacar a un sistema que la única garantía de futuro que les daba era la marginación social o la esclavitud encubierta.

¿Atacar al sistema es bueno? Claro que lo es. Así ha sido siempre, las revoluciones que han ido sucediendo a lo largo de la historia han sido movimientos antisistema. Pregúntales a los borbones cuando la revolución francesa si les pareció un movimiento liberador o una panda de pordioseros antisistema cargándose el orden establecido. Todos los sistemas se pasan de la raya y llega un momento que son destruidos por sus esclavos.

¿Es lícito atacar al sistema? Desde el punto de vista de las leyes, evidentemente no. Sería un sistema muy estúpido aquel que dentro de su ordenamiento jurídico colocara leyes que permitieran que cualquiera les destruyera. Todo sistema legal procura dar una estabilidad al propio sistema y que éste sea inamovible. El sistema no es tonto, aunque los dirigentes y los que siguen a pies juntillas sus directrices lo sean. Atacar al sistema es una mera cuestión de supervivencia: él empezó a atacar primero.

La violencia del sistema está desatada. Las órdenes de los políticos, presionados por los dueños de las empresas y de los bancos, van encaminadas a reprender sin piedad a cualquier movimiento que los ponga en evidencia. Da igual que en una manifestación haya ancianos, enfermos, niños, profesores, médicos o taxidermistas. Lo importante es que en los medios de comunicación a sueldo aparezca algún inocente ensangrentado para dar ejemplo de lo que les espera a los próximos ilusos que traten de reclamar sus derechos. Violencia física, brutalidad policial y humillación mediática con el sambenito a tres columnas de “antisistema atacando a un antidisturbios” bajo la foto de un abuelo recibiendo hostias como si se hubieran soltado un cónclave de obispos en un lupanar.

Ahora ser antisistema no es patrimonio exclusivo de unos jóvenes llenos de rastas y camisetas reivindicativas. Tú ahora eres igual que ellos, porque el sistema te ha quitado todo aquello por lo que has estado esforzándote. Cuando seas mayor no tendrás jubilación con la que mal subsistir, puede que ni tan siquiera llegues a jubilarte porque retrasarán la edad lo suficiente como para que mueras antes de poder llegar a cobrar una mísera y devaluada pensión que te condenará a buscar comida en contenedores de basura. Puede que fallezcas antes por no poder pagarte el tratamiento de alguna enfermedad que antes la seguridad social, que continuas pagando, te solucionaba. Rabiarás por no poder pagar la educación de todos tus hijos y tendrás que llorar cuando veas que los que sí que conseguiste educar se tiene que ir a trabajar a la otra punta del mundo y que sólo les verás unos días cada tres o cuatro años. El sistema te ha quitado todas las esperanzas y te ha condenado a ver como otros sin saber hacer la O con un canuto, roban a manos llenas el dinero que te quitan de los impuestos y son absueltos, olvidados, sobreseídos o indultados.

No te escandalices, tú que estás leyendo esto eres antisistema aunque no lo sepas. O quizás no. Quizás ses un ladrón o un tonto: un ladrón de los que parasitan y se aprovechan del sistema robando a los que son sometidos por éste;  o uno de los estupidos necesarios para que el engranaje funcione y que aplaude sin usar la sesera las soflamas estúpidas de los que controlan el monstruo que te está apretando con fuerza las gónadas.

En definitiva casi todos somos antisistema y la única solución que tenemos es cargárnoslo, o él acabará con nosotros.

keagustitomekedao

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