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Cuando decir adiós es la única opción

Publicado el 26 febrero 2015 por Susana Segura @SusanaSegura2
Este artículo son de los artículos que se escriben con el único fin de ayudar a los que se encuentran en la misma situación que me encontré hace unos meses y de las más tristes a la que nos enfrentamos los que tenemos mascotas: la difícil decisión de ponerle fin a su vida. 
Antes de seguir quiero dejar claro que la decisión de eutanasiar o no debe estar asesorada por un veterinario y lo que debe primar ante todo es la calidad de vida del animal. 
Muchos de los que seguís este blog ya conocisteis a Willy, hablé de él en un artículo sobre el cuidado y las atenciones que requiere un perro mayor, podéis verlo aquí. 
Willy fue uno de los regalos más bonitos que me han hecho jamás, aún recuerdo la primera vez que lo ví: era una bola de pelo marrón rizada que dormía en la palma de la mano de mi hermana, ella me lo regaló. En las primeras visitas al veterinario ya me dijeron que tenía un corazón muy potente y que viviría muchos años y efectivamente no se equivocaron: ¡¡ha vivido 18 años!!
Ha sido un buen perro, ha sido de los llamados machos alfa, siempre dirigiendo la orquesta cuando había otros perros. Todo el mundo conocía a Willy y por su longevidad ha sobrevivido a sus "colegas" del barrio. 

¿Cuándo tuvimos que tomar la decisión de la eutanasia y por qué?

Nosotros somos de la opinión de mantener al animal con vida siempre y cuando su salud le permita tener un mínimo de calidad de vida. Willy como era un perro mayor tenía una catarata avanzada y prácticamente no oía nada pero eso no le impedía llevar una vida buena y tranquila. Tenía su tratamiento para el corazón y la incontinencia urinaria se agravaba cada vez más pero entendíamos que todo eso era propio de la edad. En el último año su salud empeoró, de tal forma que ya no reconocía nada, ni donde estaba el agua y la comida, ni su cama. Tuvo un derrame ocular que debido a su edad no podía ser operado y que a pesar del tratamiento que estaba recibiendo no iba a mejor. Un día nos sentamos y pensamos que la hora había llegado. Teníamos dos opciones: hacerlo cuando tuviera algún dolor que seguro que le vendría y despedirlo con la imagen de verlo sufrir o hacerlo en ese momento que estaba "tranquilo" sin dolor, despedirlo en paz. Optamos por lo segundo. Concretamos un día cercano, una hora y con todo el dolor de nuestro corazón le pusimos fin al suyo... 
Ellos no sufren, primero lo duermen y luego se le para el corazón. 
Si estáis en una situación parecida recordad que esto es un acto de amor hacia vuestro animal cuando vemos que no podemos alargarle más la vida por mucho que nos duela.
Cuando pienso en él me repito mentalmente algo que me consuela: ha tenido una vida muy feliz y feliz se ha ido.
Cuando decir adiós es la única opción





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