Cuando despertó el dinosaurio, Rajoy todavía estaba allí. Pese a haber sufrido ataques constantes, Mariano Rajoy es político desde hace 36 años, y ahora jefe del Gobierno español.
Está sentado en un altillo bajo el que los jueces encuentran basura. Le preguntan por ella y afirma que él ya la había limpiado. No pueden desmentirlo porque no hay pruebas en contra. Pero la basura afluye constantemente.
Sin embargo para Rajoy lo importante es que en el terreno a su alrededor, España, crece rápidamente una gran floresta, la recuperación económica
El dinosaurio está asombrado: Rajoy sigue allí porque hay más gente que desea verlo cultivando la floresta que la que quiere echarlo.
No porque guste esa corrupción que siguen limpiando los jueces, sino porque la mayoría cree que quienes desean sustituirlo, Pedro Sánchez y Pablo Manuel Iglesias, serían peores.
Primero, por su equívoca y turbia postura frente a unos independentistas catalanes que siendo parte de la corrupción quieren destruir España, lo que truncaría inmediatamente esa creciente floresta.
Segundo, porque trocearían España en taifas y subtaifas; la nación de naciones que resultaría haría ingobernable cada cantón autoproclamado nación.
Un caso reciente: el gobierno socialista balear propone formar un nuevo país de países confederando las cinco islas mayores.
Por eso la gente prefiere ser gobernada por Rajoy, pese a los corruptos, que sólo roban dinero pero no destruyen el Estado. Además, la limpieza de los jueces es eficaz e intimidatoria.
Y esos supuestos limpios –que también traen roña-- presentan proyectos económicos que secarían la floresta y cercenarían la recuperación.
Rajoy estará mientras esos opositores no cambien su empobrecedora doctrina gochista y, además, mientras los socialistas mantengan un kamikaze de líder.
El dinosaurio despertará muchas veces y Mariano todavía seguirá allí.
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