Revista Espiritualidad
Un día, Dios descendió del cielo para visitar un templo y disfrutar en persona de una buena adoración. Entro a una catedral ricamente construida. Caminando por el pasillo observa las imágenes y vitrales multicolores que despertaban no pocas muestras de admiración. Se sienta y espera disfrutar de la adoración. - ¡Seguramente aquí disfrutare de la adoración que tanto me agrada! – se dijo para sí mismo. - ¡Señor, haga el favor de moverse de este lugar! – le dice una persona.- ¿Por qué hijo? – le pregunta Dios, quien había tomado forma de un anciano.- ¡Este lugar pertenece a la familia “Fulana de tal”! – fue la respuesta.Dios se levanto y salió de ese templo; bello por fuera, pero vacio en amor a los que no tienen nada. Continúo caminando y llego a un templo menos ostentoso que el anterior. Noto un sonido que venía desde el interior y tomando la forma de un joven entra. Ve a las personas saltando, voceando y gritando cosas que parecían hacer referencia a él. “¿Aquí encontrare la adoración que me agrada?” – se pregunto. Se sentó y ve notar a un hombre venir hacia el…- ¡Yo te unjo con el Espíritu de Dios! – dice con autoridad.- pues yo mando sobre el… así que baila a su gloria…Dios se queda igual, y observa el rostro del ministro que comienza a cambiar.- ¡Baila a su gloria! – le ordena.- ¿Con que propósito? – le pregunta Dios.- ¡Diablo! ¡Satanás! Este joven no tiene el Espíritu Santo… yaraba salaman zassssssDios se levanta y sale. Mucha algarabía – piensa.- pero nada de verdadera adoración y respeto. ¡Además piensan que su Espíritu se manifiesta en desorden! Llega a un tercer templo. Escucha canticos e himnos lindos. Ve a las personas entrar con sus Biblias e himnarios, bien vestidos. Toma la forma de una mujer joven vestida muy mundanamente. Entra al templo y siente como las miradas de los hermanos se posan sobre su forma tomada. Se queda en pie en la parte de atrás… cuando un diacono se le acerca y le dice:- ¡Señorita usted no puede estar en la Casa de Dios vestida así!- Pero yo vengo de lejos – le dice Dios.- no tengo otra ropa…- ¡Lo siento! ¡pero mejor mire desde afuera por la ventana, pero aquí adentro desagrada a Dios con esa ropa…Dios sale del templo. Piensa: “bonito culto… bonito sentido de la ropa… pero no pasan de ser críticos de la apariencia”. Además de nada vale guardar un día, sino guardan en su corazón mi amor. Triste por no haber encontrado una congregación donde le adorasen como le gusta, decide volver al cielo. De pronto, se detiene frente a una casa sencilla. Observa a un hombre acariciando tiernamente a una mujer y niños alegres alrededor de ellos. Toma la forma de un niño de 15 años de edad y se les acerca.- ¿Por qué ustedes son tan felices? – le pregunta a los pequeños.- ¡Porque nuestros padres se aman y nos aman! – es la respuesta.- ¿Y no tienen problemas?- … ¡Claro! – dice el esposo.- como todas las familias los tenemos… - Pero tenemos la seguridad de que Papa Dios nos cuida y nos provee por encima de las necesidades… - agrega la esposa.- ¿Y tu familia? – pregunta el padre.- La he estado buscando… pero no la he encontrado – responde.- Si quieres puedes pasar… - invita el papá.- que vamos a comer… luego te ayudamos a encontrarla.- Será un placer – responde Dios.Entra a la casa. Con muebles sencillos y una pequeña mesa. Nota como los miembros de la familia le dan un lugar especial pese al espacio. Le sirven lo poco que tienen. Observa el momento de la oración.- ¡Gracias Padre Dios por tus bendiciones! Porque pese a que Juanito estaba enfermo tú lo cuidaste y me permitiste conseguir el dinero para que lo atiendan. Te pido por este joven visitante para que lo cuides y sepa que eres especial como él lo es para ti. Bendice los alimentos y que podamos compartirlos con quienes lo necesitan… ¡Amén!- ¡Amén! – responde Dios.En ese momento Dios se les manifiesta como es. Con una gran sonrisa que calma su primera impresión. Y les dice:- ¡Bienaventurados y benditos sois! Tuve hambre y me disteis de comer… cansado y me cobijasteis… solo y me dieron de su amor… ¡En verdad esta humilde casa no será como un templo, pero por el amor que ustedes profesan para consigo mismos y los extraños es ciertamente Casa de Dios! ¡Ustedes me habéis dado por encima de los formales cristianos la verdadera adoración que me agrada! ¡Sean benditos!Y en ese momento desapareció camino al cielo. Saca tu propia moraleja, amig@ que lo leíste.
Autor: V. M. Rawlins