El mundo de la joven Elly lo conforman sus cariñosos pero sumamente distraídos padres; su mejor amiga, que huele a patatas fritas y conoce palabras exóticas como «blasfemia»; su tía actriz, que le brinda consejos para destacar en las representaciones escolares, y entre otros personajes variopintos, un conejo que se llama "Dios". Pero en la infancia de Elly, la única constante es su hermano Joe.
Veinte años más tarde, Elly y Joe siguen tan unidos como siempre… hasta que una soleada mañana un suceso inolvidable y aterrador amenaza con destruir para siempre el vínculo que los une.
Una novela sobre la infancia, la excentricidad, la fuerza de los lazos familiares, las pérdidas y la vida. Pero, sobre todo, es una novela acerca del amor en todas sus formas.
“Y mientras permanecíamos allí acurrucados, fingimos que la vida era como antes, como cuando éramos unos niños y la confianza, como el tiempo, era una constante, cuando podíamos contar siempre con ella.”
Cuando Dios era un conejo fue una lectura por puro impulso. No recuerdo haber leído ninguna reseña sobre ella pero cuando la descubrí, sabía que tenía que leerla, como un pálpito. ¿Os ha pasado alguna vez? Adoro esa sensación. Y es que con un título así de curioso esperaba que su interior estuviera al mismo nivel que él, y realmente lo ha estado; pocos libros como éste me han dejado el cuerpo con una sensación tan difícil de explicar. Ésta va a ser una reseña complicada de hacer porque es un libro muy poco convencional.
Sarah Winman, la autora, nos presenta a Eleanor, Elly para los amigos, a la que acompañaremos durante parte de su vida. Primero se narra la infancia y los primeros años de la adolescencia de Elly, y después convertida ya en una mujer adulta, aunque en el fondo sigue siendo la misma de siempre. Lo especial de la novela es que no tiene un hilo argumental claro, sino que desde el principio se van narrando diferentes acontecimientos de su vida y la de su familia. Bajo esta piel de historia entrañable se esconde también una dolorosa, porque por mucho que se quiera evitar, el tiempo va pasando y pequeñas o grandes tristezas llegan a la familia. Sin embargo, es al acabar las últimas páginas cuando te das cuenta de que sin esos sucesos no hubiéramos profundizado en los personajes y no hubiéramos sentido lo que la novela quiere mostrar: encuentros y pérdidas, infancia y madurez, amor y amistad, en definitiva, lo que forma a una persona.
La relación entre los dos hermanos es preciosa. Yo, que soy hija única, me ha sorprendido y me ha encantado observar desde fuera cómo iba creciendo, cómo los sucesos que les pasaban a uno o a otro cambiaban su relación. La llegada de Dios, el conejo, es el vínculo entre ambos hermanos; Elly, con una aparente fortaleza, sabe que sin su Joe estaría totalmente perdida, y viceversa. Pero no sólo es importante la relación de ambos hermanos, Cuando Dios era un conejo tiene un abanico de personajes tan bien construidos que Arthur, Ginger, e incluso los padres de Elly, roban el corazón a cualquiera y acaban siendo tan importantes como Elly. No sólo la familia es un pilar fundamental en la trama sino también las amistades, como Jenny Penny, esa niña que siempre se esta cepillando el pelo, tan extraña y tan importante para Elly.
Para que este tipo de historias sin un argumento definido me absorban tienen que estar perfectamente escritas y el estilo de Sarah Winman tiene una calidad literaria maravillosa. Cada palabra, cada frase, tiene un significado especial en la novela. No hay ninguna coma, ninguna expresión que sobre. Entre sus páginas se respira un frescor difícil de encontrar en otras novelas. Es una historia tan diferente, original y mágica que mientras la lees sabes que no estás ante un relato común, que tiene algo por el que vale la pena entrar en el mundo de Elly, Jenny Penny y compañía, y dejarse llevar.
Es una lástima que una novela de estas características, tan bien escrita y con una historia tan maravillosa, haya pasado desapercibida por la blogosfera literaria. ¿Cómo puedo convenceros que Cuando Dios era un conejo vale la pena? Últimas dos frases: he leído la edición en eBook y me compraré la edición en papel y, es la primera novela de Sarah Winman y ansío leer la segunda, la tercera, la cuarta…
“Tenías que traducir sus acciones, porque casi nunca iba acompañadas de palabras, porque su mundo era un mundo silencioso, un lugar fracturado y desconectado; un rompecabezas que lo obligaba a telefonearme a las tres de la madrugada y preguntarme por la última pieza del borde para poder rellenar el cielo”.
Sarah Winman creció en Essex, estudió Arte Dramático en la Academia Webber Douglas y ha actuado en teatro, cine y televisión. Cuando Dios era un conejo es su primera novela, aclamada por la crítica y el público y traducida a numerosos idiomas. En la actualidad vive en Londres.