Leer | Juan 11.1-6 | Cuando Lázaro se estaba muriendo, sus hermanas le pidieron a Jesús que viniera con urgencia. Imaginemos cómo debió haberse agravado el dolor de ellas cuando Él no respondió de inmediato a su petición. El silencio de Dios es difícil de aceptar. Pero, dado que el Señor promete suplir nuestras necesidades, podemos estar seguros de que su silencio tiene un propósito.• El silencio capta nuestra atención. Los discípulos sabían que Jesús podía sanar, y por eso deben haberse preguntado por qué se demoró en vez de correr a socorrer a su amigo. Pero el Señor quería que fueran testigos de algo aun más grande: de su poder sobre la muerte. Ellos estaban confundidos por las afirmaciones de Jesús en cuanto a la derrota de la muerte, y necesitaban entender que Él podía cumplir con las profecías en cuanto a su propia resurrección (Mr 9.31, 32).
• El silencio nos enseña a confiar. María y Marta avisaron de la enfermedad de Lázaro, porque esperaban que el Señor viniera a sanarlo. Pero si esa expectativa no se cumplía, ¿vacilaría la fe de ellas? Marta respondió la pregunta diciendo que creía que Jesús era “el Cristo, el Hijo de Dios” (Jn 11.21-27). La fe de las mujeres fue recompensada con un milagro impresionante: la resurrección de su hermano.
A veces, lo único que podemos oír cuando oramos, es nuestra propia respiración. Esto puede ser frustrante y aterrador. Pero la Biblia dice que Dios está siempre con nosotros, y que su silencio no durará para siempre (Sal 38.15; He 13.5). Aférrese a esas promesas mientras busca el propósito que hay detrás del silencio del Señor.
(En Contacto)
