Revista Salud y Bienestar

Cuando el abusador es el maestro

Por Pedsocial @Pedsocial
Cuando el abusador es el maestro

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Me cuesta ponerlo así en el titular por el enorme respeto que me mercen todos los dedicados a la enseñanza en general y los maestros en concreto. Un abusador infantil en la escuela no es un maestro; es un monstruo, un psicópata o un hijo de puta en ese orden o el inverso.

Unos padres de una población cercana, preocupados por cambios en el comportamiento de su hijo, principalmente una regresión en su control de esfínteres, sospecharon que no estaba siendo bien tratado en el parvulario. La sospechas se confirmaron cuando tomaron la iniciativa de ponerle al niño una grabadora y comprobaron los insultos, las vejaciones a su niño y, por cierto, también a otros porque el registro alcanzaba a grabar lo que ocurria en el aula.

El caso puesto en conocimiento de las autoridades judiciales y académicas ha llegado a los medios y, de momento cautelarmente, se ha separado al abusador (abusadora en este caso) del niño y de la escuela.

Presunciones de inocencia aparte, los hechos seguirán el recorrido judicial que se estime oportuno. Ello no es demasiado reconfortante porque a la vista de como funciona el sistema judicial en esta parte del mundo, por lo que sé, se mantiene una considerable distancia entre la justicia, la ley, el derecho, la verdad, la realidad y la razón. Además, lo que se ha hecho al niño no va a tener ya remedio. Vendrá la superación, ayudada por la resiliencia de la víctima. La disposición e inteligencia de los padres tendrá una gran importancia también en pasar las páginas necesarias para que el trancurso del tiempo alivie las consecuencias. Pero el mal ya está hecho y no podemos fácilmente cuantificarlo. Ya hemos explicado varias veces que los malos tratos pueden dejar huellas perennes en las víctimas. Hasta incluso modificar su genoma, su epigenoma, de manera que incluso puedan afectar a los descendientes de la víctima en transmisión trans-generacional.

Lo que entiendo menos es que la situación no fuese detectada por el otro personal docente de la escuela. Las plantillas escolares no son muy grandes, la convivencia es próxima y continuada…¿ De verdad en esa escuela nadie había notado el comportamiento anómalo de la abusadora? ¿Ningún supervisor había notado nada?

Como para hacérselo mirar. En esto de los malos tratos no hay inocentes. La negligencia en su detección cuando suceden en un establecimiento público genera también responsabilidades. El sistema escolar no es perfecto, pero los niños son demasiado importantes como para que sucedan cosas como las relatadas y no se hayan podido evitar o prevenir.

Los que nos ocupamos de los niños desde fuera de la escuela también tenemos la obligación de estar atentos a situaciones que puedan afectar a los menores y contribuir a la detección de desafueros como los relatados.

X. Allué (Editor)


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